jueves, 28 de mayo de 2009

Pórtico de Frederic Pohl. Opinión

Os voy a hablar de un lugar. Un extraño lugar que no ha sido creado por el hombre. Un lugar que te permite soñar con lo imposible y que te hace gemir de miedo cada noche. Estás en Pórtico amigo mío, la puerta hacia las estrellas y en lo único que puedes pensar es en que no deseas morir dentro de una nave espacial sabe Dios en que punto del universo.

Pórtico (Gateway, 1977) es un libro de Frederik Pohl. Es la novela iniciadora de la llamada Saga Heechee formada por cuatro libros, también es la única novela que ha tenido el honor de ganar los premios Nebula, Hugo y John W. Campbell Memorial.

En un futuro cercano la tierra es un mundo superpoblado al borde del colapso. La pobreza y la hambruna se extienden por todo el globo y la vida de los seres humanos es un simple trámite de sufrimiento hacia la muerte. La tierra cultivable es insuficiente para alimentar a los veinte mil millones de personas que abarrotan la tierra así que la mayor parte de la población es alimentada gracias a comida sintética sacada de cuevas en una norteamérica convertida en el granero del mundo. Hay algunas colonias en otros planetas como Venus o Marte, no más allá, y las condiciones en ambos lugares son bastante precarias. Sin embargo hace poco los hombres descubrieron el que puede ser el mayor hallazgo de la humanidad desde el fuego, la existencia de una raza extraterrestre, los Heechees que hace mucho mucho tiempo dejaron abandonado Pórtico, un asteroide donde hay más de mil naves operativas.

Los Heeches dejaron abandonado Pórtico, no se sabe porque, habiendo explorado nuestro sistema solar y el universo. No se conserva nada más de ellos salvo esa construcción y casi mil naves. Su tecnología, mucho más avanzada que la humana, es lo más preciado del mundo para nosotros, así que desde ese asteroide, Pórtico, aventureros denominados prospectores se lanzan al universo en busca de más tecnología heechee y nuevos descubrimientos.

El problema reside en que no se sabe absolutamente nada de esa raza extraterrestre, no conocemos su forma, su cultura, su lenguaje y menos su tecnología, así que los viajes espaciales en las naves de Pórtico son en realidad ensayos prueba-error dado que las naves están en automático y los humanos no tienen la más mínima idea de como se manejan salvo un par de cosas. Muchos de los prospectores no vuelven pues son viajes a ciegas y como los heeches hace milenios que abandonaros su instalación el destino de la nave puede ser una supernova, un agujero negro o vete tú a saber que cosa, también puede suceder que sea tan largo que te quedes sin suministros y te mueras de inanición, que un compañero de viaje se vuelva loco e intente matarte... puede pasar de todo. A cambio la opción es ganar mucho mucho dinero si encuentras algo de utilidad en el espacio, aunque a veces puedes regresar con las manos vacías. Es una ruleta rusa. Las naves de los Heechees se dividen en tres clases en función del número de personas que caben dentro. Están las de uno, las de tres y las de cinco.

El libro se divide en dos partes claramente diferenciadas por un lado las sesiones de psicoanálisis de un antiguo prospector llamado Robinnette Broadhead, un hombre adinerado que no consigue ser feliz debido a un incidente ocurrido durante uno de sus viajes y la otra parte es la historia de como Robinnette se hizo prospector, su estancia en Pórtico y sus viajes. Entre medias de cuando en cuando se intercalan aspectos técnicos sobre los Heeches, anuncios por palabras de la colonia en Pórtico o de periódicos que aportan información sobre como se sobrelleva la vida en esa antesala hacia las estrellas y sobre lo desconocido de la cultura heechee.

Así que durante las sesiones de psicoanálisis escuchamos a Rob hablando con su Sigfrid, un programa informático, que intenta ayudarle a expulsar los demonios del remordimiento, la vergüenza y el dolor. Y por otro lado como era la vida de Rob antes de su último viaje, como llegó a Pórtico tras tocarle la lotería, como se enamoró de Klara, de como sobrevivió en el asteroide trabajando en mantenimiento pues el miedo a lo desconocido y a la muerte le impedía decidirse a montarse en una nave. Esta parte para mi sin duda es la mejor, porque es una retrato muy logrado de las inquietudes y los miedos que impulsan a los seres humanos hacia adelante.

Un libro realmente estupendo que te mantiene interesado hasta la última página. Entre las sesiones, muy freudianas, sobre la pérdida, el dolor, el sexo, el autoengaño y la locura y la parte de los viajes a lo desconocido y la presión constante sobre los prospectores nos topamos con un relato vibrante que se entremezcla perfectamente contenidos y te da la sensación de opresión necesaria para comprender como debe ser viajar en una nave espacial sin sabe a donde vas ni si volverás.

Lo malo del libro, que engancha y que me tendré que leer el resto de la saga porque sino me va a estallar la cabeza.

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