jueves, 18 de junio de 2009

Siempre Locos, los viejos rockeros nunca mueren

Siempre Locos es una comedia del año 1998 que aquí en España no tuvo apenas repercusión pero que merece la pena recuperar y disfrutar. A parte cuenta con una banda sonora espectacular y muy lograda que estuvo nominada a los Globos de Oro.

Recordáis que por aquella época (finales de los noventa) estábamos viviendo el revival de las bandas de rock de los setenta, pues precisamente de esto trata la película. Durante los setenta hubo un grupo que estuvo a un tris de convertirse en un gran éxito, eran los Strange Fruit (banda ficticia claro está) pero tras un concierto multitudinario fallido en un gran festival los miembros se separan y pasan casi 20 años antes de que a uno de ellos se le ocurra la idea de volver a reunir a la banda.




Tony (Stephen Rea), era el teclista de los Strange Fruit, actualmente trabaja como reponedor de máquinas de preservativos en Ibiza. Allí se encuentra con uno de los organizadores del festival donde ellos tocaron en 1977 por última vez, el chaval le dice que podrían unirse de nuevo para tocar en el festival porque hay un revival de los grupos de antaño. Así que con la idea en la cabeza Tony regresa a Inglaterra dispuesto a reunir a la antigua banda, aunque no será fácil.

La verdad es que a ninguno de ellos le fue bien tras separarse. La manager del grupo, que antes de manager fue groupie, está divorciada y cuida de una hija adolescente a la que lleva consigo en esta búsqueda de su identidad a través de los recuerdos de un pasado rockero. El guitarrista repara techos y no tiene intención de regresar porque se llevaba a matar con el cantante del grupo. El cantante, grandísimo Bill Nighy, fue aquí donde le vi por primera vez, vive en una casona en el campo y lleva años sin sacar un disco. Su mujer, una groupie, lo domina y están al borde la ruina. El batería vive en una roulote en el jardín de su madre y es perseguido por una misteriosa mujer y ya como dicen el la película: "Si es cierto que los hombres son de Marte y que las mujeres son de Venus, entonces los baterías son de Plutón". Brian, el guitarrista es dado por muerto debido a su gran afición a las drogas. Era el amor de Karen, la manager. Así que para cubrir el huevo contratan a un joven llamado Luke.

El regreso es complicado porque primero deben hacer una pequeña gira para ponerse a tono y despertar el interés del público. Así que durante esos días de viajes en bus, actuaciones, discusiones, borracheras y buena música se va desgranando la historia de este grupo.

La película es un homenaje al mundo del rock de aquella época dorada, las drogas, el sexo, la tremendas giras, las groupies... el rock en estado puro. Ellos que estuvieron en el cielo y acariciaron la fama con los dedos se encuentran en un mundo que ya los ha olvidado y que no quieren ni entienden la música por la que ellos lo sacrificaron todo.



Entremezclando la comedia con la cruda realidad de esa manera tan británica nos encontramos con una película que trata con mucho cariño a sus personajes, hombres en busca de un sueño que llega 20 años tarde y que aunque plagada de tópicos sobre el mundo de la música se deja ver y entretiene.


Lo mejor, a parte de las buenas interpretaciones de los actores es la banda sonora. Los actores interpretan casi todas las canciones. Destacan los temas The flame still burns que es preciosa y All over the world.

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