jueves, 9 de julio de 2009

Crónicas Marcianas de Ray Bradbury

Pasó por mis manos el libro de Crónicas Marcianas. Una colección de relatos que nos cuenta como fue la colonización de Marte. Las Crónicas se suceden a principios del siglo XXI, tengamos en cuenta que Bradbury las escribió en los años cuarenta, así que esta época quedaba muy lejos.

Los relatos, más o menos largos, son pequeñas historias en las que la ciencia ficción es una sombra y lo que prima es la tristeza, la introspección, la humanidad y el horror.

os primeros contactos entre los humanos y los marcianos me parecen sublimes, tres historias grandiosas, cargadas de emoción, conmoción e incomprensión. La conquista del planeta se sucede con rapidez, los humanos se asientan, prosperan pero como siempre el desastre se sucede y abandonan Marte, dejando un planeta semimuerto, sin mirar atrás.

Lo cierto es que Bradbury impregna la composición de los relatos de un aire fatalista y embriagador, donde los humanos somos la escoria del universo. Seres que siempre cometen los mismos errores, seres egoístas, sin control, cobardes, sin honor, empeñados en conquistar pero no en preservar. Destructores de lo hermoso, desequilibrados sin corazón. Seres humanos que juegan a ser dioses, que se creen con el derecho solo porque pueden sin pensar en las terribles consecuencias de sus actos.

Algunas de las historias son cautivadoras, aunque no todas poseen el mismo nivel. Son muy interesantes las que relatan la vida en Marte durante los tres intentos de contacto. Como era la sociedad, como se relacionaban los marcianos, que esperaban, que temían.

Me sorprendió el libro porque esperaba encontrar otro tipo de historias de ciencia ficción. Aquí es una excusa para hablar y reflexionar sobre la especie humana. Una obra muy recomendable, que se lee con rapidez pero que sorprende por su capacidad de suscitar preguntas, de revolver conciencias y de prever lo que posiblemente pasará. Yo tampoco tengo mucha fe en los seres humanos, que le vamos a hacer.

Así se inicia el viaje hacia el planeta rojo:

Un minuto antes era invierno en Ohio; las puertas y las ventanas estaban cerradas, la escarcha empañaba los vidrios, el hielo adornaba los bordes de los techos, los niños esquiaban en las laderas; las mujeres, envueltas en abrigos de piel, caminaban torpemente por las calles heladas como grandes osos negros.

Y de pronto, una larga ola de calor atravesó el pueblo; una marea de aire tórrido, como si alguien hubiera abierto de par en par la puerta de un horno. El calor latió entre las casas, los arbustos, los niños. El hielo se desprendió de los techos, se quebró, ye mpezó a fundirse. Las puertas se abrieron; las ventanas se levantaron; los niños se quitaron las ropas de lana; las mujeres se despojaron de sus disfraces de osos; la nieve se derritió, descubriendo los viejos y verdes prados del último verano.

El verano del cohete. Las palabras corrieron de boca en boca por las casas abiertas y ventiladas. El verano del cohete. El caluroso aire desértico alteró los dibujos de la escarcha en los vidrios, borrando la obra de arte. Esquíes y trineos fueron de pronto inútiles. La nieve, que venía de los cielos helados, llegaba al suelo como una lluvia cálida.

El verano del cohete. La gente se asomaba a los porches húmedos y observaba el cielo, cada vez más rojo. El cohete, instalado en su plataforma, lanzaba rosadas nubes de fuego y calor. El cohete, de pie en la fría mañana de invierno, engendraba el estío con el aliento de sus poderosos escapes. El cohete creaba el buen tiempo, y durante unos instantes fue verano en la Tierra...

3 comentarios:

Mauro dijo...

Qué gran libro, uno de mis favoritos y un imprescidible de la ciencia ficción. Hay puntos en los que da vergüenza ser humano. Como bien dices, las reflexiones a las que invita son muy interesantes y para nada halagadoras, pero también bastante coherentes con la realidad actual (y eso que el libro es de los años 40, me fascina eso).

Rebeca Sánchez dijo...

Si, tienes razón, a pesar de tener más de 50 años, los temas son tan actuales que asusta.

antoine doinell dijo...

Gracias. Me has hecho entrar ganas de releer este gran e inquietante libro.. Creo que me lo vy a llevar aMenorca.

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