sábado, 20 de septiembre de 2014

You're the worst, la sorpresa de FX


Es agradable que una serie te sorprenda, muy agradable. You're The Worst, comedia creada por Stephen Falk para FX, es una de esas series de las que no esperas nada, de la que poco sabes, que no mucha gente ve y que, sin saber muy bien cómo, se vuelve una de las indispensables de tu lista. 

La historia se centra en dos personajes desagradables e irritantes: Jimmy y Gretchen. Ambos son conscientes de que son dos personas intratables, insufribles, egoístas y manipuladoras. Son, en definitiva, mala gente. Gente que roba en las bodas, que secuestra gatos, que se aprovecha de las inseguridades y debilidades de los demás para conseguir sus objetivos, que bebe a cualquier hora del día, que solo se preocupa por ella misma. Estos dos se conocen en la boda de la ex de Jimmy y pasan la noche juntos. A priori, parece que nada les une. Sus respectivas trayectorias vitales y amorosas les han convertido en seres reacios a las relaciones y ajenos al concepto de amor pero la química que existe entre ellos es innegable y lo que no debería haber sido más que una noche de sexo desenfrenado y confesiones se convierte, poco a poco, en una relación que avanza a trompicones bajo el implacable sol de Los Ángeles y la incrédula mirada de los conocidos de la improbable pareja. 

La serie de Stephen Falk rompe con los convencionalismos de las comedias románticas gracias a un punto de partida poco o nada habitual, poniendo el foco de atención en dos seres por los que no deberíamos sentir simpatía pero que acaban conquistando al espectador gracias a la buena química entre Chris Geere y Aya Cash, los actores que se ponen en la piel del insufrible Jimmy, un escritor inglés afincado en Los Ángeles, y de la arrolladora Gretchen, una  publicista caótica y autodestructiva. 

You're The Worst, con una primera temporada recién finalizada de diez capítulos, es una serie genuinamente divertida que no fuerza las situaciones cómicas sino que deja fluir el humor a través de unos personajes muy bien dibujados; unas situaciones que, sin llegar a ser delirantes, tienen siempre un componente grotesco y unos diálogos ágiles, agresivos y certeros que evidencian muchas de las dudas, tribulaciones y problemas de los treintañeros de hoy en día. Además, la serie consigue evitar el desastre que podría suponer que sus dos protagonistas fuesen demasiado “malvados” intercalando  momentos dulces e íntimos en lo que vemos lo mejor de estos dos.  Parecía improbable que Gretchen y Jimmy funcionasen pero se complementan. Son capaces de aguantarse y retarse mutuamente espoleando hacia adelante una relación por la que pocos apostaban.

Un detalle que me gusta de la serie es la honestidad con el que abordan el tema sexual. La primera noche que Jimmy y Gretchen pasan juntos es un catálogo de posturas, intimidad y realismo. Ya quisieran otras series y películas tratar de manera tan natural el sexo entre adultos. 

Otro punto que ayuda a dotar de conistencia la serie son los secundarios, personajes que sirven de alivio cómico sin renunciar nunca a su potencial dramático. Lindsay (Kether Donohue), la mejor amiga de Gretchen, es una mujer casada, insatisfecha, superficial e infeliz que no encaja en el rol de perfecta ama de casa de los suburbios pero que no quiere renunciar a esa ideal de vida. Edgar Quintero, interpretado por Desmin Borges, es un veterano de guerra con estrés post-traumático que vive con Jimmy. Suele ser la voz de la razón dentro del grupo y resulta enternecedor la forma en la que se preocupa por la relación de su compañero y Gretchen. 

Resumientdo, You're the Worst es un nuevo enfoque a un género que parecía desgastado y repetitivo, una inspirada vuelta de tuerca al chico conoce chica de toda la vida.  Lo más maravilloso de la serie es que te implicas en ella: quieres saber qué sucede con Jimmy y con Gretchen, sufres por Lindsey, te preocupas por Edgar, incluso por Kieran. Parecía difícil que una serie centrada en dos seres odiosos acabese haciéndose un lugar en mi corazoncito seriéfilo pero ha pasado. Y me alegro.

Podéis encontrar imágenes de la serie aquí.

lunes, 1 de septiembre de 2014

The Booth at the End, cápsulas de maestría actoral

Varios personajes se citan con un hombre en una cafetería: una monja católica que hace tiempo que no escucha la voz de Dios, una anciana cuyo marido padece Alzheimer, un hombre con un hijo con leucemia, un fracasado que quiere salir con una modelo, una joven que aspira a ser más hermosa y otra que necesita conseguir dinero para su padre. Todos ellos visitan la cafetería para hacer un trato con el hombre sin nombre. Si llevan a cabo la tarea que el hombre les encomienda verán cumplidos sus deseos. 

Este es el punto de partida para The Booth at the End, una webserie producida por el canal FX compuesta de diez capítulos de 20 minutos de duración. La serie se divide en dos temporadas (5 capítulos cada una) que se desarrollan íntegramente en el interior de una cafetería. Las únicas constantes a lo largo de las dos temporadas son la presencia de Xander Berkeley interpretando al misterioso hombre y el uso de un estilo narrativo fragmentado que avanza y se mantiene cohesionado gracias a los buenos diálogos y las estupendas interpretaciones. 

Cada personaje quiere algo diferente y cada personaje tiene una tarea diferente. El hombre habla con ellos a lo largo de todo el proceso pues siente curiosidad por sus pensamientos, sus emociones, sus dudas, sus miedos, sus alegrías. Recoge toda esta información en un libro donde, meticulosamente, registra todo lo que le dicen. ¿Qué estarías dispuesto a hacer para salvar la vida de tu hijo? ¿Hasta dónde llegarías para verte guapa? ¿Cuál es el límite? ¿Realmente queremos lo que queremos? Las tareas que el hombre les encomienda pueden entrar en conflicto las unas con las otras o pueden complementarse. Las piezas que componen la trama van encajando a medida que los personajes avanzan en la realización de sus tareas y, al final, todo parece tener un sentido aunque puede que no nos guste el resultado. 

Las conversaciones entre el hombre y el resto de personajes fluyen repletas de vida, de dolor, de muerte, de felicidad, de incomprensión, de recelo, de esperanza. Los personajes se ven enfrentados consigo mismos y, al igual que el espectador, son obligados a plantearse ciertas cuestiones morales que no resultan cómodas. 

El hombre está interpretado por un increíble Xander Berkeley, quien da toda una lección interpretativa perfilando un personaje que a base de miradas, gestos y silencios es capaz de cargar con todo el peso de la trama. Un personaje tan fascinante como complejo del que poco o nada sabemos y que Berkeley compone con aparente sencillez. Hay momentos en los que despliega ternura hacia los demás, otros en los que se muestra duro y tajante. Momentos en los que parece dudar y sufrir con su “trabajo”, momentos en los que sonríe y se le nota contento. Todo esto es capaz de transmitir el actor haciendo gala de un exquisito minimalismo y usando ese instrumento maravilloso que es la voz. A su lado, en la mesa de la cafetería, se sientan actores y actrices como Jack Conley, Sarah Clarke (pareja en la vida real de Berkeley), Timothy Omundson, Noel Fisher, Danny Nucci o Abby Miller.

The Booth at the End es la demostración de que puede hacerse algo brillante con muy poco dinero. Aquí lo que importa son los diálogos, la sencillez de la puesta en escena y el trabajo interpretativo de los actores y actrices implicados en el proyecto. Estamos ante un drama que mantiene al espectador en suspense hasta el final porque las preguntas que nos hacemos son muchas. ¿Quién es ese hombre? ¿Es Dios o el Diablo? ¿Qué harán los personajes? ¿Quién es esa camarera? ¿Qué escribe en el libro? 

Un ensayo visual que explora la condición humana y los principios por los que nos regimos, dejándonos en evidencia la fragilidad de nuestras convicciones a través de unos personajes que dejan de lado su moral y su ética para conseguir aquello que más desean.

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