sábado, 9 de abril de 2016

El alma compasiva de Sidney Chambers

SPOILERS DE LA SEGUNDA TEMPORADA

Cuando finalizó la primera temporada de Grantchester dije que era “una serie sencilla, sin ambiciones, bien hecha y ambientada”; lo mismo puedo decir de la segunda temporada que se despidió el pasado 6 de abril. Grantchester se mantiene fiel a sí misma, sigue apostando por lo tradicional sin que eso se convierta en un problema a la hora de visionarla.

La serie es una adaptación de la saga The Grantchester Mysteries de James Runcie. La historia nos traslada hasta la década de los cincuenta, al condado de Cambridgeshire. Allí, en el idílico pueblo de Grantchester, vive el pastor Sidney Chambers (James Norton), un hombre encantador, educado y amable muy apreciado por sus feligreses. El asesinato de un vecino propicia su encuentro con el inspector Geordie Keating (Robson Green), un curtido detective con poco tacto y menos paciencia. Forjar la relación de amistad entre Sidney y Geordie fue la base que vertebró la primera temporada de la serie. Este año, la guionista Daisy Coulam apostó por una trama horizontal que afectó profundamente a los personajes y a sus relaciones personales, mostrando el lado más oscuro de Sidney y su desesperación ante una justicia que no sabe ser compasiva. 

Durante estos seis capítulos, la amistad de Sidney y Geordie, el auténtico motor de la serie, está a punto de romperse. Por primera vez, sus trabajos y sus diferentes formas de ver y entender el mundo les llevan a enfrentarse abiertamente. Geordie ha cambiado desde que recibió un disparo la temporada pasada; se ha vuelto más cínico, más desconfiado y menos paciente. Sidney también arrastra problemas propios que le empujan a beber demasiado y a perder el control. Y el caso principal de la temporada, la muerte de una adolescente de 15 años destapa todas las miserias del ser humano y todos los problemas subyacentes entre el cura y el inspector. 

Me hubiese gustado que la serie explorase un poco más la oscuridad del cura, verle fumar, beber demasiado e intentando aprovecharse de una camarera, está bien pero podrían haber jugado más tiempo con su particular descenso a los infiernos. Igualmente, sería interesante ver cómo Geordie recompone los pedazos rotos de su alma y dignidad tras engañar a su mujer. 

El resto de personajes han estado casi siempre al servicio de la trama principal y de los vaivenes entre la pareja protagonista. Esta temporada, he vuelto a disfrutar de los desplantes y one-liners de la ama de llaves del vicario, la señora Maguire. Una mujer que este año ha dejado ver su lado más humano y que parece haber encontrado el amor de una vez por todas. Leonard, por su parte, ha ganado más peso en la historia. Coulam ha desarrollado sus lazos con Sidney y la señora Maguire mientras le daba una trama propia que, aunque previsible, funcionaba bien y nos regaló un emotivo final. La introducción del personaje de Margaret, secretaria en el departamento de policía, fue un soplo de aire fresco. Era muy entretenido ver a esta joven descarada y sincera moverse en el ambiente tradicional y austero de Grantchester y picar, con comentarios subidos de tono, a la señora Maguire. Espero volver a verla en la tercera temporada. 

La que peor lo ha pasado este año ha sido Amanda, el gran amor de nuestro cura detective. Su viaje personal ha sido muy triste, atrapada en un matrimonio infeliz y perdiendo la alegría y el dinamismo que la caracterizaban. Tan desesperada estaba por sentir un poco de emoción, por acercarse a Sidney, que acabó robando en tiendas y conformándose con una vida anodina junto a un hombre al que no ama. 

La temporada acaba bien para nuestros héroes, con una celebración en familia y con Sidney abrazando a Amanda (Morven Christie), quien corre a sus brazos tras abandonar a su marido. De cara a la tercera temporada (ya confirmada) veremos como la puritana sociedad inglesa de mediados de los cincuenta sobrelleva que Sidney se comprometa con una divorciada embarazada. 

Grantchester sigue siendo un entretenimiento ligero y amable que no acaba de despegar. Como pasatiempo no está nada mal pero no aprovecha todo el potencial que tiene la historia y los personajes. Si podemos obviar esa falta de ambición, la serie merece una oportunidad.

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