lunes, 20 de febrero de 2017

Goliath se desmorona sin Thornton

Goliath es una serie hija de los tiempos seriéfilos en los que vivimos (Peak TV). Las nuevas plataformas desean tener dramas de peso con nombres de prestigio que las sitúen en el mapa y Amazon, que tiene un par de series de los más golosas (Transparent, Bosch), quería ampliar su catálogo con producto repleto de grandes nombres. Goliath es, sobre todo eso, un compendio de nombres que quitan el hipo. El responsable de este drama legal es David E. Kelley, cuya carrera está plagada de exitos como Ally McBeal, The Practice o Boston Legal. El protagonista absoluto de la función es un Billy Bob Thornton haciendo lo que mejor sabe hacer, demostrar que es uno de los actores más completos e inclasificables del panorama actual. Thornton interpreta a un antihéroe de manual, un otrora prestigioso abogado caído en desgracia, un alcohólico encantador y cínico que vive en un motel y pasa las horas sentado en el bar. Sin embargo, un día un caso reaviva instintos que creía muertos y se embarca en un complejo y peligroso proceso legal que le lleva a enfrentarse a su antiguo bufete. 

El reparto se completa con la presencia de William Hurt, Maria Bello, Olivia Thirlby, Tania Raymonde, Molly Parker, Nina Arianda y Harold Perrineau

Reconozco que los tres primeros capítulos me gustaron mucho, lo bastante como para ver los ocho que componen la primera temporada del tirón pero, a medida que la serie avanza, es más evidente la falta de ambición de la historia. Todo transita por lugares demasiado comunes y obvios. No hay sorpresa, ni tensión en la lucha de Billy  McBride (Thornton) y el final no hace más que acentuar esa sensación de vacío en el espectador. 

El uso de lugares comunes y clichés de las series de abogados no tiene porque ser algo necesariamente malo. En los últimos años, varias series han sabido trabajar dentro de estructuras narrativas llenas de ellos con acierto y estilo; creando propuestas atrayentes a pesar de jugar en un terreno de sobra conocido por el espectador. Goliath intenta pero no batea, por desgracia no logra elevarse por encima de la media. La reiteración de la fórmula, entonces, se hace más evidente y el espectador acaba cansado de esta amalgamas de clichés. 

Cierto que Billy Bob Thornton está estupendo en la piel de un perdedor sin armas que se enfrenta a una poderosa corporación y, por extensión, a todo su gabinete jurídico. Un personaje intenso que es la espina dorsal sobre la que se asienta la serie y que en la última edición de los Golden Globe Awards le valió un Globo de Oro al mejor actor en una serie de televisión. Sin Thornton y su capacidad de transmitir y expresar con un gesto o una mirada toda la rabia del mundo, toda la desolación del alma de McBride, estaríamos ante un producto prescindible. Solo por él merece darle una oportunidad a la serie pero ya os aviso que poco más puede salvarse. 


Secundarios de cartón piedra

Siguiendo con grandes actores, es una pena que William Hurt tenga que interpretar a una caricatura, es imperdonable desperdiciar el talento de este hombre en un personaje tan mal escrito y construido. Su Donald Cooperman, viejo amigo del protagonista y socio fundador del poderoso bufete, es repulsivo hasta la nausea y nunca, en ningún momento, se ve ese genio que todos veneran. Es imposible entender por qué sus subordinados soportan su tiranía y excentricidad sin rebelarse. Y más extraña aún es la vendetta personal que Cooperman emprende contra McBride. Cooperman es peor que el malo más obvio de Bond, se pasa las horas sentado a oscuras en su despacho observando a sus empleados mediante cámaras de vigilancia. Lo vemos, con su rostro medio quemado, reírse y murmurar incoherencias que él considera muy inteligentes. Cuando interactúa con sus empleados utiliza uno de esos clickers para entrenar perros. Todo lo que envuelve a este personaje es malsano y, por desgracia, está tan mal desarrollado que su presencia estropea el conjunto. Creo que todo ese artificio alrededor de Cooperman es innecesario y que la serie sería mejor si Hurt hubiese podido interpretar a un personaje más en la línea del David Lee de The Good Wife. 

Maria Bello también está desaprovechada y es un error porque Bello ha demostrado que es una actriz con talento y recursos, relegarla a mera comparsa es un movimiento poco inteligente. Menos mal que Molly Parker si que tiene un personaje jugoso entre manos, su Callie es uno de esos personajes diseñados para odiar y admirar. 

Goliath no destaca por nada, es un drama legal de lo más convencional. Muchos capítulos de The Good Wife condensaban más emoción y giros de guión en 40 minutos que Goliath en sus 8 episodios. Entre lo poco destacable deciros que tiene una buena ambientación y que apuesta por lo noir. Los Ángeles es una ciudad que, pese a su modernidad, acepta muy bien este género de corte tan clásico. 

En resumen, una serie inconsistente con un buen protagonista y una buena ambientación pero que no logra cohesionar del todo su trama y que ofrece un viaje poco gratificante para el espectador.

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