martes, 14 de febrero de 2017

Legion, locura y superpoderes



Actualmente la pequeña pantalla está repleta de superhéroes, Daredevil, Jessica Jones, Iron Fist y Luke Cage copan Netflix, mientras que los héroes de DC han sido acogidos en The CW, allí The Flash, Arrow, Supergirl y Legends of Tomorrow se marcan espectaculares crossovers a cuatro bandas que marcan tendencia. ABC, por su parte, apostó por Agent Carter y Agents of SHIELD, solo la segunda se mantiene activa tras cuatro temporadas pero sus números nunca han sido para tirar cohetes y eso que la serie ha mejorado muchísimo desde sus titubeantes inicios. A todos estos títulos tenemos que añadir Legion, la apuesta de FX por los superhéroes. 

Legion se basa en el personaje creado por Chris Claremont y Bill Sienkiewicz en 1985, un mutante que hizo su primera aparición en New Mutants. Legion, también conocido como David Haller, fue presentado como un mutante poderoso y peligroso, un ser mentalmente inestable que intenta aprender a controlar unas habilidades tan extraordinarias como letales. 

La adaptación corre a cargo de Noah Hawley, responsable de trasladar -con notable acierto- el universo de Fargo a la pequeña pantalla, mientras que Bryan Singer (Sospechosos Habituales) ejerce como productor ejecutivo. 

El espectador que se acerque a Legion puede sentirse un tanto desconcertado por la propuesta de Hawley. La serie de FX no es una historia al uso, está concebida como un ejercicio de estilo que desafía las convenciones establecidas para llevar al espectador de viaje al interior de un cerebro alucinado, fascinante y confundido. 

Lo que cuenta el piloto

Los primeros minutos son un montaje de la infancia y adolescencia de David. Una secuencia que comienza cuando es un bebé y que nos lleva hasta su intento de suicidio en la madurez; de ahí, llegamos al psiquiátrico donde está recluido diagnosticado como esquizofrénico paranoico.

A pesar de su diagnóstico, David siente que hay algo más. Cuando se enfada todo estalla, las cosas salen volando a su alrededor y cuando tiene pesadillas, los muebles tiemblan y levitan. Sin embargo, pasa el tiempo tranquilo y medicado. Un día Syd (Rachel Keller), el interés romántico del protagonista, llega al psiquiátrico. Ella parece estar bien pero no le gusta que nadie la toque. A pesar de esa barrera física, ella y David se enamoran, y su relación es un oasis de esperanza y ternura entre tanta locura. El plano de ellos dos besándose en la ventana es precioso. 

Pero algo pasa en el psiquiátrico y David es interrogado por un hombre (Hamish Linklater) sobre el incidente en cuestión. La tensión va en aumento y pronto descubrimos que el gobierno está detrás de ese interrogatorio y que David podría ser el mutante más poderoso del planeta. 

Un narrador poco fiable

El creador apuesta por mostrar el mundo desde el punto de vista de David, un narrador no fiable, un personaje trastornado, con una visión de la “realidad” fracturada, incompleta y, a veces, incoherente. 

La realidad vista desde su perspectiva es desconcertante, aterradora a veces, otras veces encantadora. Todo es extremo y el espectador tiene que aceptar que ese es el universo en el que se moverán los personajes. Pero es difícil confiar en un narrador como David, un personaje que oye voces, que tiene lagunas de tiempo, que habla con fantasmas, que ve cosas... Estamos ante el paradigma de narrador poco fiable que, además, posee capacidades telepáticas y telequinéticas. Con todo este peso en su mochila no es de extrañar que encontremos a David recluido en una institución mental. 

¿Esto es real? ¿Eres real? ¿Esto está pasando? ¿Estoy soñando? David se hace estas preguntas una y otra vez porque todo lo que le sucede durante el piloto lo confunde. Su mente recuerda a la del Elliot de Mr. Robot, otra serie de estética sofisticada y personal, con un narrador no fiable como protagonista. 

Con solo un capítulo visionado es difícil saber si Hawley va a apostar por hacer un retrato de la enfermedad mental del protagonista o si optará por darle más cancha a los lugares comunes de las historias de superhéroes. Evidentemente, Legion aglutina elementos definitorios de las historias de los X-Men como los siniestros agentes del gobierno, el grupo de mutantes que hace lo posible por sobrevivir, el líder que los guía para que acepten y aprendan a controlar sus habilidades, etc. Pero creo que sería interesante navegar a través de la locura de David para conocer el origen de sus problemas, las repercusiones de su enfermedad en su entorno y los mecanismos que tendrá que poner en marcha para hacer frente a su locura. 

Deciros que Dan Stevens, el recordado Matthew Crawley de Downton Abbey, hace un trabajo notable transmitiendo toda la paranoia, frustración y confusión de un personaje que siempre está a un latido de desatar una locura destructiva a su alrededor. 


La elegancia visual 

El nivel de complejidad creativa es extraordinario, en el piloto encontramos inspiraciones del arte pop de los 60, del cine de Kubrick y de Wes Anderson, del cine de Bollywood... Y es que Legion es una serie con una personalidad claramente definida desde el primer minuto. El establecer la serie en un tiempo inexacto hace imposible establecer un año de referencia, la combinación de trajes y vestidos antiguos (la hermana de David parece recién salida de Mad Men) con un estilo arquitectónico muy años setenta y una tecnología de corte actual despista al espectador. Y eso es bueno porque sin esa referencia no estamos atados ni restringidos por la época. Si la hermana de David hubiese sacado un iPad en el piloto no me hubiese extrañado, aunque ella pareciesa la gemela morena de Betty Draper. 

La serie alterna presente y pasado, realidad y fantasía; y para que el espectador entre en la misma dinámica mental que David, Hawley apuesta por una iluminación fantástica, una amplia gama de colores, simetrías, cambios de perspectiva, movimientos de cámara, efectos de sonido disonantes, largas secuencias de acción (esa huida final), planos en los que ningún detalle está fuera de lugar y que deberíamos disfrutar en una pantalla lo más grande posible. La locura del narrador se nos transmite escena a escena, compartimos su miedo, su ansiedad, su duda. ¿Es esto real? 

Legion está concebida para deslumbrar visualmente y se nota, es inteligente e inventiva. La estética atrapa al espectador, y es que imposible no quedar impresionado por la vibrante experiencia visual concebida por Hawley quien, por citar sólo un ejemplo, hace un uso inteligente del color, utilizando una amplia paleta para transmitir los diferentes estados emocionales de David. 

Hay varios momentos del capítulo que permanecerán en la retina del espectador durante días: la explosión en la cocina, el beso en el reflejo de la ventana, el rescate de David, el baile (escena demasiado similar a la de AHS Asylum) o el arrebato en la sala de interrogatorios.

Tras un espectacular piloto seguiré con interés los pasos de David, solo espero que la historia no se desinfle a medida que avance. Ese es el mayor peligro y el mayor reto al que se enfrenta Legion, ser un espectacular envoltorio para la nada. 

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