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domingo, 26 de abril de 2015

Joey versión 2015

Episodes es una de las comedias más inteligentes, divertidas y meta de la pequeña pantalla. Un soplo de locura basada en los contrastes que en vez de perder frescura y humor gana profundidad y dinamismo capítulo a capítulo. 

La cuarta temporada comienza justo donde nos deja la tercera, con el matrimonio formado por Sean y Beverly forzados a regresar a Estados Unidos para seguir trabajando en Pucks! mientras son acosados por varias cadenas de televisión que pretenden comprar un antiguo y prometedor guión. Las vicisitudes de Sean y Beverly siempre me han gustado. El choque cultural y moral que supuso su traslado a Los Ángeles no deja de ser divertido y sus caras de asombro ante la superficialidad y materialismo del mundillo televisivo siguen arrancándome carcajadas. 

Por su parte, Matt LeBlanc inicia la temporada descubriendo que su gestor le ha birlado 32 millones de dólares. Su nueva situación financiera le fuerza a replantearse su estilo de vida y a aceptar trabajos estrambóticos como asistir de invitado a la fiesta de cumpleaños de un tirano o intentar reconducir su carrera como presentador de un programa de televisión. LeBlanc aborda su personaje con inusitada maestría, combinando a la perfección la comedia y el drama; ajustándose a un papel que, si uno no practica la autoironía y la autocrítica, debe ser difícil de sobrellevar. 

Esta temporada ha entrado en escena un nuevo jefe de la cadena. Tras Merc y Castor será Helen Basch (Andrea Savage) quien tome los mandos del barco. La introducción de Helen da pie a una de las tramas más logradas de la serie: su relación con nuestra querida Carol. Ojo, que este año me gustaría mucho ver a Kathleen Rose Perkins nominada por este papel. Como siempre, Carol acaba acostándose con su jefa. La evolución de su relación es diametralmente opuesta a todo lo que Carol ha experimentado hasta el momento pero -siempre hay un pero- Helen es bastante peculiar y lo que parecía una relación idílica se transforma en una pesadilla que acabará afectando a todos los personajes. 

Hay momentos en los que Episodes es tremendamente cruel con sus personajes pero la vida es cruel y no siempre las cosas salen bien. El destino se ceba con Matt, con Sean y Beverly; y con la pobre Carol, personaje que no deja de ganar enteros a lo largo de la temporada y a la que es imposible no adorar. El final de temporada ha sido más abierto de lo habitual, dejando a todos los personajes suspendidos en el limbo a la espera de la quinta entrega de la serie. 

La serie no agota su universo y sigue adelante consolidada ya como una buena comedia plagada de extravagancias, metareferencias, chistes recurrentes e incómodos silencios que nos recuerdan que esto bien podría ser un drama pero que Crane y Klarik -creadores de la serie- apostaron por un terreno mucho más fructífero y abierto como el de la comedia. Este año Episodes nos ha dejado momentos gloriosos como el embarazo de Moira (Daisy Haggard)., el momento en el que Matt se encuentra con David Schwimmer (Ross en Friends) o la sex-tape de Morning. 

Las primeras temporadas de Episodes estaban muy centradas en la industria y en los problemas de Sean y Beverly pero la cuarta ha apostado más por las relaciones personales y la exploración de los personajes. Los cuatro personajes principales -Matt, Sean, Beverly y Carol- comparten amistad y confidencias. Las caminatas de Carol y Beverly son un espacio estupendo para verlas interactuar; sus noches de vino y porros me interesan menos aunque son igualmente entretenidas. Por su parte, Matt y Sean suelen quedar para beber, Matt habla por los codos centrado en sí mismo pero Sean está siempre a su lado e intuimos que para la estrella es importante el apoyo del guionista inglés. 

Gran parte de la fuerza de la serie se basa en la deconstrucción de ese personaje llamado Matt LeBlanc. Miembro de la nobleza televisiva durante 10 años y víctima de su propio personaje debido a un innecesario spin-off para mayor gloria y degradación de su Joey. LeBlanc era la estrella errática, impulsiva, egoísta e inconsciente que daba razón de ser a Episodes en sus primeros compases. Ahora la serie ha alcanzado la madurez argumental dosificando su matcentrismo y poniendo el foco de atención sobre otros personajes o episódicos que aportan mucho al conjunto de la serie. 

Episodes nunca ha renegado ni renegará de Matt y se ha despachado a gusto con su pasado en Friends y su gloria televisiva: referencias a la serie, apariciones de antiguos compañeros, merchandaising... Crane, cocreador de la serie, también alimenta el fantasma de Friends, lo cual me parece una jugada maestra y un ejercicio de autocrítica muy interesante de ver. Tengamos en cuenta que cuando Crane volaba alto con Friends la televisión empezaba a cambiar por culpa de cadenas como HBO y personajes como Tony Soprano. Crane y Jeffrey Klarik son muy conscientes de que ahora la forma de hacer televisión ha cambiado y de que puedes aspirar a tener como protagonista de una nueva serie a alguien como Susan Sarandon. 

En algún lugar leí, no recuerdo donde, que Episodes es la versión de Joey que no se podía hacer cuando Joey se estrenó en 2004. Me parece muy acertada esa reflexión sobretodo si lo comparo con el caso de The Comeback. La serie protagonizada por Lisa Kudrow en 2005 era una adelantada a su tiempo, tanto es así que acabó cancelada tras una temporada que con el paso de los años se convirtió en pieza de culto. En 2015, la HBO decidió recuperar la serie y al personaje, dándole una nueva oportunidad a un producto que se adapta perfectamente a la actual realidad televisiva. Valerie Cherish y el Matt LeBlanc de Episodes deberían conversar algún día en una de esas cafeterías angelinas . 

martes, 1 de marzo de 2011

Episodes, todo es mejorable

Vacío. Esa es la sensación que me queda tras visualizar la primera temporada de Episodes. Siete capítulos de apenas treinta minutos de duración que han pasado a gran velocidad y casi no ha dado tiempo a decir nada sobre ellos. Lo cierto es que había muchas esperanzas puestas en esta nueva serie del canal Showtime y mucha gente opina que no las ha cumplido. La historia de dos guionistas ingleses de éxito, pareja además, que son tentados por el brillo y la fama de Hollywood (ese Merc capaz de encandilar al mismísimo diablo) y que se atreven a dar el salto, cruzar el charco y adaptar su serie de éxito, de cuatro temporadas de seis capítulos cada una, al modelo americano. Episodes es una serie sobre la televisión, llena de guiños, de referencias muy reconocibles, de guiones, rodajes, actores... Algo que a mi siempre me ha resultado fascinante, la televisión vista por dentro. Studio 60, Sports Night o 30 Rock ya hicieron lo mismo con mayor o menor éxito, es un terreno difícil. 

Episodes se nos vendía como una comedia pero cuesta encontrar humor en ella y tal vez por eso quede esa sensación de vacío. Es más bien una serie incómoda, basada en las situaciones vergonzosas, en los equívocos, en el choque cultural entre los ingleses y los americanos. Quiere derrumbar mitos, romper la "buena imagen" que da el mundo de la televisión. La reunión de Merc con sus ayudantes es maravillosa, el despido por opinar que el perro que habla es gracioso es pura humillación. La televisión es un lugar frívolo, feroz, donde prima la apariencia y la falta de profundidad (ese personaje que era un mueca de disgusto constante). Un mundo que sorprende negativamente a los guionistas ingleses acostumbrados a otra forma de trabajo. Poco a poco su serie se va transformando en un monstruo que no pueden controlar.

Lo más importante de Episodes, lo que más llamaba la atención y la única razón por la que me decidí a verla es que Matt LeBlanc forma parte del reparto. Se interpreta a si mismo. La estrella de Friends apenas sale un minuto en el primer capítulo, debemos esperar un poco más para ver que él es el maestro de pista de este  producto extraño que es Episodes. Lo único notable de esta no-comedia, fallida por momentos, es Matt. Creo, sinceramente, que está inmenso interpretando a una versión sobredimensionada, grotesca y fanfarrona de si mismo. Evidentemente, al ver la serie, surge la duda ¿es así realmente? ¿cuánto se parece este Matt caprichoso, infantil e irresponsable al Matt real? ¿Ha sido difícil para él hacer este papel o le queda como un guante porque no hay reto? Me pasó lo mismo cuando vi la película JCVD, donde el belga Van Damme se interpretaba a si mismo. Dudaba de cuanto de verdad se veía en la pantalla. Es una pregunta y una curiosidad que siempre surge cuando un actor hace de si mismo. 

Volviendo a Matt, me encanta, cada vez que aparece eclipsa a los demás y se convierte en el centro de la acción, aunque no haga nada. Es divertido, impredecible, presuntuoso, pero también tiene un lado dulce, tierno y desinteresado. Además hay momentos duros en su vida como cuando pierde la custodia de sus hijos.

Los dos actores ingleses, Stephen Mangan y Tamsin Greig, hacen lo que pueden contra esa fuerza imparable con olor a canela (la colonia Joey). Ella llega a irritarme profundamente, es muy egoísta, mandona, terca y la prefería mil veces más en Black Books. Él sale mejor parado, su personaje es mucho más interesante, más humano y más simpático. Su relación con Matt está logradísima y la pelea de ambos en la blanquísima casa de la playa es desternillante, lo del cactus es buenísimo. El único momento de la serie en la que me reí con ganas.

Episodes ha conseguido ser renovada para una segunda temporada. Me alegro mucho por Matt LeBlanc ya que, desde Friends, no había hecho nada decente, y me niego en redondo a hablar de Joey, el spin-off.  Este nuevo proyecto es desconcertante porque no da lo que promete y te quedas mirando la pantalla con cara de ¿me están timando?. Me costó cuatro capítulos adaptarme al ritmo de la serie y en seguida finalizó, no da tiempo a digerirla porque cuando parece que empieza lo interesante, se acaba. En su segunda temporada deberían intentar dar cohesión a las historias, dibujar mejor a los secundarios y dejar que el humor surja, no forzarlo. Hay momentos en esta temporada en que las situaciones se ven muy antinaturales, algo que corta el ritmo y estropea el tono de la serie. Creo que la serie puede mejorar y espero que en la segunda temporada, a la que daré una oportunidad, lo consiga.

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