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El capítulo invierte los primero minutos en presentar a una joven londinense. La vemos en su dormitorio, en su casa y sabemos que vive con su madre, que trabaja en una tienda y que tiene pareja. Es una chica normal a la que, por casualidad, le sucede algo extraordinario. Un día cualquiera, estando en el sótano de la tienda buscando a un compañero de trabajo, los maniquíes cobran vida y lo que en principio le parece una broma resulta ser algo mucho más peligroso. Entonces un hombre aparece y le dice: ¡Corre!. La vida de Rose Tyler, que así se llama esta chica, cambia para siempre.
Lo que Russell T. Davies inició aquel 26 de marzo de 2005 fue algo imparable, rescató una serie clásica, la revitalizó, la convirtió (de nuevo) en un referente de la ciencia ficción (del drama también), eligió a dos grandes actores para encarnar a Nueve (Eccleston) y Diez (Tennant), creó tres grandes companions, cada una de ellas con personalidad, con fuerza, con carisma y con entidad propia más allá de la alargada sombra del Doctor. Rose introduce a Rose Tyler (Billie Piper), luego vendrían Martha Jones y Donna Noble. Reconozco que la era Davies es mi favorita, lo que vino después no estuvo mal pero nunca llegó a la altura de las temporadas con este hombre como cabeza pensante.
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El título hace referencia a la nueva companion del Doctor, ella es un trasunto del espectador que se maravilla con el peligro, los misterios y las posibilidades de recorrer el tiempo y el espacio junto al Señor del Tiempo. De la mano de este personaje nos introducimos de lleno en una nueva época de la serie en la que Doctor Who crece, se muestra con orgullo como un producto inteligente, elegante, bien hecho y mejor interpretado. La mezcla de géneros la convierte en una pieza dinámica y sorprendente que pasa de la comedia al drama combinando la acción, el terror y las disquisiciones filosóficas. Hay una melancolía que lo impregna todo y que funciona elevando el espectáculo por encima de la media, hay muertes y dolor, hay un Doctor alegre y uno triste. Hay equilibrio y desolación y una nave que es más grande por dentro que por fuera.
La revitalización de la serie y su éxito es directamente proporcional a la química y el buen trabajo de Christopher Eccleston y Billie Piper, el Doctor y Rose Tyler. Eccleston está sencillamente genial, sin él no se entendería el éxito de la nueva era de Doctor Who y hay que darle más crédito a su trabajo. Su personaje es un excéntrico y alocado Señor del Tiempo, hay algo de ligero y de payaso en su forma de moverse, de hablar, de enfrentarse a los problemas pero debajo de esa sonrisa chispeante y esa chupa de cuero se esconde la rabia, la ira y la tristeza del último de los Señores del Tiempo. Aún lamento que no apareciese en el episodio del cincuenta aniversario de la serie.
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El capítulo termina con el Doctor ofreciéndole a Rose un paseo en la TARDIS. ¿Quién no aceptaría? ¿Quién no correría sonriente hacia la nave? Hace doce años de ese encuentro y desde entonces la serie nos ha dado tanto que merece la pena echarle un vistazo a aquel primer encuentro y recordar por qué nos decidimos a viajar con ellos.
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