lunes, 24 de abril de 2017

La herencia recibida

Durante siete temporadas seguimos las andanzas de Santa Alicia con interés creciente, analizando y juzgando todas y cada una de sus decisiones, de sus peinados, de sus vestidos, de sus alianzas y traiciones (la de Cary fue una cabronada de las grandes). The Good Wife era, es y será, una serie elegante, de claroscuros morales y despachos luminosos, de estilo y actualidad, de ingenio y entretenimiento. Su spin off, The Good Fight contó con nuestro beneplácito desde la misma presentación del concepto. ¿Cómo no desear una serie hecha para y por Diane Lockhart? DIANE LOCKHART! La mujer con la mejor risa de Chicago, la abogada exitosa y empoderada que apoyaba a Hillary pero se casó, por amor, con un republicano. La mujer que abofeteó a Alicia cerrando un círculo virtuoso de 156 episodios ¿Cómo negarnos a disfrutar de una serie con Lucca Quinn? LUCCA QUINN! La compañera de fatigas de Alicia en la última temporada de The Good Wife y uno de los pocos aciertos de un fin de ciclo lastrado por el agotamiento de los seguidores y la deriva moral de su protagonista. 

The Good Wife pervive en The Good Fight pero no de forma concentrada sino diluida entre conversaciones donde, de pasada, se menciona a la Florrick; en la presencia de jueces, fiscales y abogados cuyas estrategias conocemos de sobra; en la sonrisa pícara de Marissa, digna hija de su padre y personaje revelación de esta breve pero entretenidísima primera temporada; en el buscador de Chumhum y la mirada siniestra y lasciva de Colin Sweeney. 

Sabemos donde estamos, en Reddick, Boseman, & Kolstad, y sabemos de donde venimos, de Lockhart & Gardner. Aunque ahora las vistas han cambiado y nos falte una Kalinda misteriosa con bate y pintalabios, se mantiene la clase, el estilo, la querencia por los giros legales y la actualidad mediática y política. La herencia recibida no es, en esta serie, una pesada carga sino una carta de recomendación firmada por el matrimonio King. Todo parece igual pero no es así, cambian las circunstancias. Todo comienza con un escándalo financiero. Vidas vuelan en pedazos. Trump gana las elecciones. Diane ya no es esa mujer influyente y poderosa con un despacho con vistas, se ha convertido en un paria social a la que nadie quiere dar trabajo por recomendar el fondo de inversiones de un viejo amigo que resultó ser un nuevo Bernie Maddoff. 

The Good Fight es una serie con nuevos rostros y viejos conocidos. Entre las nuevas caras tenemos a Rose Leslie como Maia, la hija del responsable del fondo de inversiones; a Justin Bartha en las filas de los fiscales; a Paul Guilfoyle dando vida al padre de Maia, a Delroy Lindo como el único abogado que contrata a Diane y a Bernadette Peters como la madre de Maia. 

El desfile de antiguos invitados de The Good Wife no se hizo esperar, desde Mike Kresteva a Colin Sweeney pasando por Elsbeth Tascioni y el juez Abernathy, hay muchas caras conocidas en este spin off. Seguimos en la misma ciudad jugando al mismo juego, así que es imposible no encontrarse con alguien del pasado. Cada nueva visita es una sonrisa asegurada en el rostro del espectador y estamos deseando que Diane, Lucca o Maia se crucen con alguno de aquellos entrañables y esperpénticos secundarios que tanto animaron el circo legal de Chicago. Como su serie madre, The Good Fight se rueda en Nueva York, así que también tenemos asegurado un desfile de actores y actrices de Broadway. 

Los King son fieles a su estilo, un estilo que adoramos y en el que se desenvuelven muy bien. Y de nuevo nos regalan un elegante procedimental protagonizado por mujeres. Mujeres diferentes en edad, orientación sexual, situación personal. Mujeres independientes y diversas que se apropian de la historia y la narrativa para demostrar que no están dispuestas a ceder ante nada ni ante nadie. Mujeres con voz y voto, con fuerza y debilidades, con sueños y rabia. Mujeres osadas, audaces, atrevidas, inteligentes. Mujeres que merecían un espacio y una voz en la pequeña pantalla. 

Cierto que The Good Fight bebe de The Good Wife pero tiene la suficiente personalidad y coraje como para destacar por méritos propios. Y ni Diane ni Lucca ni Maia son Alicia, ni sus circunstancias, aspiraciones y necesidades son las mismas que las de aquella 'buena esposa'; un ejemplo, ninguna de las protagonistas es madre mientras que muchas de las decisiones de la señora Florrick estaban condicionadas por el impacto de las mismas en sus hijos. 
Es igual pero diferente, The Good Fight recuerda a su serie madre por temática, por estilo y por su uso del humor y la música. En conjunto, la serie es la hija necesaria y deseada de The Good Wife pero sabe marcar las distancias, trazar su propio camino. Tenemos que alegrarnos porque de una serie agotada ha nacido una obra que tiene mucho que aportar y que decir.


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