lunes, 23 de noviembre de 2009

Es un don y una maldición

Me gusta mucho la serie Monk, una serie que por desgracia ha pasado bastante desapercibida aquí en España a pesar de su calidad, su humor y la cantidad de premios cosechados.

El personaje de Adrian Monk (Tony Salhoub) es el protagonista absoluto. Un hombre de mediana edad esclavo de sus múltiples fobias y manías. En un artículo de la wikipedia (aquí) hablan de los diferentes problemas con los que tiene que lidiar Monk en su día a día. Uno de los más reconocibles es su miedo a los gérmenes por lo que cada vez que da la mano debe limpiarse inmediatamente con una toallita. Si hasta le tiene miedo a la leche.

A priori el personaje de Monk puede resultar antipático al público debido a su constante necesidad de atención y a su amplio catálogo de excentricidades pero es eso precisamente lo que le hace único. Cuando crearon a Adrian Monk, el actor tenía miedo de que a la gente no le gustase el personaje pero lo cierto es que acabas cogiéndole cariño a pesar de todo.No es fácil llevar adelante una serie durante ocho temporadas, un procedimental, sin aburrir al personal ni caer en lo de siempre. Monk logra capítulo tras capítulo cautivarme, cada nuevo reto al que se enfrenta, cada caso que soluciona gracias a su gran inteligencia son tan originales como divertidos. Además la serie logra un perfecto equilibrio entre su condición cómica y los momentos más dramáticos.

Adrian Monk es un pedazo de personaje y no sólo porque los guionistas le han dotado de un carácter creíble, una inteligencia brillante y una honestidad a prueba de bombas. Monk no es sólo sus manías, es el profundo amor que siente por su fallecida esposa Trudy, es la necesidad que tiene de una acompañante, es la ilusión de volver a trabajar como policía, son sus charlas con el psicólogo, es esa extraña relación con su familia y mucho más. Sin embargo todo esto se quedaría en palabras sobre el papel sino fuera por la brillante actuación de Tony Salhoub, un actor tremendamente capaz que consigue humanizar y dotar de profundidad a este detective neurótico.

Adrian Monk es perfectamente consciente de su locura y también de su genialidad. De ahí la frase "es un don y una maldición" que surgirá varias veces a lo largo de la serie. En el fondo Monk es un personaje maldito, atrapado dentro de si mismo y consciente de que no puede escapar. A lo largo de la serie veremos como poco a poco va avanzando, dando pequeños pasitos aunque es evidente que nunca llegará a estar bien y que siempre tendrá problemas relacionados con su enfermedad. Tal vez saber lo que ocurrió realmente con Trudy le alivie un poco, pero hasta el último capítulo no lo sabremos.

En breve Monk terminará, tras ocho años de aventuras, de crímenes, de fobias. Será triste despedirse de un personaje tan entrañable como Adrian pero lo bueno no dura para siempre.

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