El segundo capítulo, donde la trama se va asentando, sufrió un leve cambio de reparto ya que Jeannane Goossen desapareció para dejar sitio a Annie Parisse, la primera no encajaba con su mirada furibunda y cara de mala hostia, la segunda se incorporó para dar vida a una experta en cultos del FBI. Este capítulo mejoró mi opinión sobre The Following, un producto al que la FOX se agarra con uñas y dientes sabiendo que tras los estrepitosos fracasos de Terra Nova y Alcatraz, y con Bones dando sus últimos coletazos, necesitan un procedimental de éxito.
The Poet's Fire, el tercer episodio, fue de vergüenza ajena, un compendio mal apañado de clichés y giros inesperados tan evidentes como innecesarios: muere un miembro del equipo del FBI; una de las víctimas se descubre como parte del culto de Joe Carroll; el suicidio de Jordy fue patético y me provocó un ataque de risa; el vicioso triángulo formado por Emma, Jacob y Paul empieza a resquebrajarse a ojos vista; y se constata que Ryan Hardy (Kevin Bacon) se dejó seducir por Joe (James Purefoy), un hombre con un enorme poder de convocatoria y con un atractivo que me resulta incomprensible.
Kevin Williamson, padre de la criatura, sabe moverse en televisión, suyas son tanto Dawson`s Creek como The Vampire Diaries; y es responsable de una de las sagas cinematográficas más rentables y conocidas de las últimas dos décadas: Scream. Williamson sabe de sustos, de intrigas y su especialidad es rizar el rizo pero en The Following el rizo es demasiado enrevesado y roza, con excesiva facilidad, lo ridículo, lo improbable y lo patético.
Sigamos. Los seguidores de Carroll parecen estar por todas partes, apuesto lo que sea a que con el tiempo se revelará la presencia de un topo en el FBI. Supongo que con el tiempo es posible que uno de los acólitos de Joe se pase al otro bando pero admitamos que todos están como para que los encierren empezando por Emma (Valorie Curry), una mujer cuya mirada no querría encontrarme en un callejón una fría noche de invierno. El control de Carroll sobre sus seguidores es más frágil de lo que él cree y las pasiones humanas parecen interferir en su plan maestro.
Si empezamos a destripar la serie punto por punto nos damos de bruces con un procedimental con ínfulas de grandeza y que pretende - maldita vanidad- ser más listo que el espectador. Tenemos al serial killer carismático, con acento inglés y sonrisa socarrona. ¿Alguien se cree que en torno al profesor Joe Carroll se pueda organizar un culto con gente dispuesta a clavarse un cuchillo en el ojo por él? No niego que Joe sea un manipulador pero sus métodos son propios de un niño de siete años, su obsesión por Poe es aburrida y si veo otro Nevermore escrito en una pared me quito los ojos yo misma. Joe, como buen serial killer, está emperrado en joderle la vida al hombre que lo encerró, el pobre Ryan Hardy tuvo suerte cuando en 2003 capturó a este sangriento asesino. La vida del agente quedó marcada para siempre y la experiencia fue tan traumática para él que ahora bebe vodka a todas horas. ¿Un agente de la ley ahogando las penas y la frustración en alcohol? Increíble.
Si Poe levantara la cabeza demandaría a la FOX y a todos los perpetradores de The Following. Para ver asesinos en serie me quedo con Dexter, es mucho más carismático y creíble. Lo nuevo de Williamson no me convence, me entretiene un poco, me hace reír pero no puedo ser fiel a una serie tan absurda y predecible como esta. Pobre Edgar Allan Poe, nevermore.
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