Me ha llevado más tiempo del previsto terminar la miniserie inglesa que adapta la obra Jonathan Strange y el señor Norrell, de Susanna Clarke, uno de esos inesperados éxitos editoriales que se hizo con varios premios hace unos años, entre ellos el Hugo a la mejor novela fantástica en 2005. No he leído la novela así que no puedo decir si la historia planteada por Clarke tenía difícil traslación a la pequeña pantalla aunque son muchas las voces que tildaban la obra como 'inadaptable' debido a la densidad y amplitud del texto. A pesar de ello, la miniserie de siete capítulos que la BBC presentó a mediados del pasado año es una maravilla que recomiendo a todo el mundo y que, salvo por dos o tres pequeños detalles, puede decirse que roza la perfección.
Reconozco que el primer capítulo no llegó a captar del todo mi interés y que por eso dejé la serie aparcada durante meses. Cuando decidí retomarla ya no pude parar, la primera impresión, en este caso, no es la que cuenta. Los siguientes capítulos fueron devorados en cuestión de horas y aunque el final es un tanto anticlimático, los siete capítulos de Jonathan Strange y el señor Norrell son magia con factura inglesa.
La historia se desarrolla en Inglaterra durante las guerras Napoleónicas, principios del siglo XIX, y se centra en la amistad/rivalidad que se establece entre el señor Norrell (Eddie Marsan) y Jonathan Strange (Bertie Carvel). Norrell es un mago amante de los libros, hermético e inseguro, al que siempre acompaña su sirviente, John Childermass (Enzo Cilenti), uno de los secundarios más jugosos de la trama. Strange, por su parte, empieza a estudiar magia con Norrell porque un mago callejero llamado Vinculus le dice que está destinado a ser un gran mago y a restaurar la magia inglesa.

Aunque la magia está presente en la historia y los efectos especiales de la serie son espectaculares – eses caballos de arena corriendo por la playa, esa mano de barro aplastando a un soldado francés- lo más interesante de estos siete capítulos es la relación entre Norrell y Strange, personajes que cobran vida gracias a las interpretaciones de Marsan y Carvel.
Marsan tiene la difícil tarea de ponerse en la piel del señor Norrell, un personaje que no despierta el afecto del espectador debido a la mezquindad de sus acciones, a su inseguridad patológica, su tendencia a la mentira y su ceguera ante lo evidente. Este erudito, vanidoso y autocomplaciente mago, es incapaz de relacionarse con normalidad y tiene el mal hábito de confiar en aquellos que buscan sacar provecho de su fama. Su negativa a responsabilizarse de sus acciones, su miedo al fracaso y su envidia, tienen como consecuencia el dolor y sufrimiento de la joven Lady Pole; de Stephen, el fiel mayordomo; y del matrimonio Strange. Norrell es un reto para cualquier actor porque estamos ante un villano que realmente no lo es y una persona que, creyendo hacer lo correcto, provoca sufrimiento a los demás.

El resto del reparto está a la altura de los dos protagonistas. Hay que destacar la presencia de Marc Warren como la maléfica hada que es convocada en el primer capítulo y que propicia la desgracia del matrimonio Strange. También hay que mencionar la notable aportación de Alice Englert como Lady Pole, una joven que queda bajo el encantamiento del Caballero y que pasa la mitad de su vida bailando en Lost-Hope. Su lucha por hacerse entender, la desesperación, la soledad y la ira que carga el personaje hacen vibrar a Englert a través de la pantalla. Su trama, secundaria pero vital para el conjunto de la historia, es un regalo para la actriz que no desaprovecha la ocasión para robar protagonismo a los dos magos de Clarke.

Una miniserie que aunque con un arranque titubeante puede disfrutarse en un fin de semana porque una vez rota la frialdad inicial en imposible no dejarse seducir por la magia visual y la historia.
2 comentarios:
Fue uno de esos casos en los que me gustó más la miniserie que el propio libro, un texto que en el fondo, hay que leer en situaciones muy concretas (es muy denso, lleno de notas al pie y..bueno, la edición inglesa que tenía yo, con una letra a Times New Roman tamaño 8, no ayudaba). Igual que en el texto, necesita al menos dos capítulos para poder ponerse en marcha. Pero al poco, es difícil no quedarse enganchado con su estética, su recreación del mundo de las hadas, y ese Mr. Norrel que a ratos es adorable, y a ratos insoportable.
No he tenido ocasión de leer la novela, me gustaría, está en mi lista de lecturas pendientes pero todo el mundo que lo ha hecho me dice lo mismo que tú que los inicios son complicados y que es una obra muy densa. Sin embargo, una vez vencido el obstáculo inicial, el mundo que la escritora despliega ante el lector es fascinante. La serie logró engancharme por eso, por la recreación de ambientes, la magia; y por Strange, personajazo.
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