Cada
verano una chorriserie llega a la pequeña pantalla para
demostrarnos, si es que a algún despistado no lo tenía claro, que
en la edad dorada de las series de televisión se siguen haciendo
productos puramente alimenticios que ni importan ni aportan, series
como Zoo, La Cúpula, Z Nation o The Event. The Mist es un nuevo caso
de chorriserie de manual, coges una premisa prometedora - en este
caso una novela de Stephen King que fue trasladada al cine con tino por Frank Darabont-, pones a un montón de actores del montón
y dos o tres en plan secundario con una trayectoria conocida -en The
Mist los grandes nombres pertenecen a Frances Conroy (que alguien me
explique porque esta señora no se queda con Ryan Murphy), Dan Butler
(recordado por su Bulldog en Frasier) e Isiah Whitlock Jr. (The Wire,
Veep) – ; y añades un poco de misterio y drama al conjunto con la
esperanza de que la potencia de la premisa (Adri explica muy bien los problemas del high concept) fidelice a los espectadores. Esto no
siempre funciona porque por muy interesante que pueda ser la idea de
partida si no dedicas tiempo y esfuerzo a crear personajes
mínimamente interesantes y creíbles con tramas que enganchen y
aporten, el público dará la espalda al programa. Siempre tienes la opción es
abrazar totalmente la locura y el descontrol como Z Nation y producir
una serie autoconsciente capaz de divertir transgrediendo el género
en el que se enmarca. The Mist es insulta y carece de gracia, avisados quedáis.
Cuando
Spike anunció que se iba a hacer cargo de la adaptación televisiva
de The Mist tuve curiosidad aunque las adaptaciones televisivas de
las obras de Stephen King nunca han llegado a convencerme ni Haven,
ni La Cúpula ni 11.23.63; así que siempre me acerco a estas
ellas con las expectativas muy bajas y pese a todo, The Mist
ha logrado decepcionarme. De los tres capítulos que he visionado
hasta el momento solo puedo decir que todo es demasiado obvio,
demasiado predecible y el hecho de que los personajes estén
encerrados en tres diferentes espacios no ayuda a hacer más
entretenida la trama. Hasta ahora la comisaría, la iglesia y el
socorrido centro comercial son los espacios donde se desarrolla la
historia. Es evidente que la serie no tiene un gran presupuesto pero
ese encierro, ese reduccionismo, no juega en favor de un producto que
tampoco destaca por su guión ni por sus interpretaciones.
La
serie, creada por Christian Torpe, arranca con un militar despertando
en el bosque al lado de un perro (guiño a Lost). El militar (Okezie
Morro) no recuerda nada y antes de que pueda situarse una niebla
densa les envuelve a él y al perro, el animalico acaba destrozado
colgando de un árbol y el militar huye corriendo hacia un pequeño
pueblo cercano, Bridgton.
En ese
pequeño paraíso viven los Copeland, una familia que no pasa por su
mejor momento. La madre, Eve (Alyssa Sutherland) es una maestra
recientemente despedida por dar clases de educación sexual; su
marido, Kevin (Morgan Spector), la apoya pero en la pareja hay
fricciones sobre cómo educar a su hija adolescente Alex (Gus
Birney). La joven adora a su padre pero detesta lo estricta que puede
llegar a ser su madre. El día
antes de que la niebla llegue al pueblo, Alex es víctima de una
agresión sexual. El culpable parece ser el hijo del sheriff y
quaterback del equipo local, Jay (Luke Cosgrove). Entre los padres de
la chica y el sheriff (Darren Pettie) hay tensiones que se remontan a
sus años de instituto que supongo conoceremos más adelante. Para
complicarlo todo, Alex no recuerda la agresión y el único testigo
de la misma es su amigo Adrian (Russell Posner), un joven con
problemas familiares y con poca aceptación en la escuela.
Este es
el drama familiar que nos plantea The Mist. Cuando la niebla cubre la
población los Copeland están separados y tendrán que encontrar la
forma ya no sólo de sobrevivir sino también de reencontrarse. El
problema es que a nadie le importa lo que pasa con esa familia ni lo
que le suceda al resto de habitantes del pueblo.
El
único personaje medianamente interesante es Mia (Danica Curcic), una
drogadicta que cuando aparece en escena mata a un hombre con una
horca y que carga con muchos secretos y problemas. Son ella, en
pleno proceso de desintoxicación forzosa, y el militar amnésico los
que despiertan más simpatías y los que, de momento, tienen los
mejores diálogos de una serie, en conjunto, bastante pobre.
Si
tomamos la obra de King, encontramos una historia turbia y aterradora
sobre lo que sucede cuando un grupo de personas enfrenta lo
desconocido. ¿Cómo se comporta el ser humano privado de su zona de
seguridad? ¿Cómo se resquebraja el contrato social que pactamos al
convivir unos con otros? ¿Qué se esconde realmente en nuestros
corazones? ¿Hasta dónde somos capaces de llegar para sobrevivir?
¿Hay lugar para la responsabilidad, el sacrificio y los valores
cuando la sociedad se desmorona? La niebla no es sino una metáfora,
la extraña realidad que se cierne sobre el pueblo saca a la luz la
podredumbre moral de sus habitantes. Eso es lo interesante de la
obra, esas son las cuestiones que debería abordar la serie y que es
incapaz de explotar en sus primeros capítulos.
Torpe
ha dicho que quiere analizar cómo el miedo lleva a la gente a buscar
falsos profetas, que su intención era indagar en la naturaleza del
fanatismo, algo que la película de Darabont exploraba con tino y
sobriedad pero que no parece encajar en esta apuesta televisiva. Por
ahora lo que me ha dado The Mist es personajes planos, mal CGI, cero
terror y mucha tontería.
3 comentarios:
Ostras, ¿pero ya la han estrenado?
Las críticas no parecen muy alentadoras, pero esa novela de King en su día fue de mis preferidas y al menos tenía pensado echarle un vistazo.
En Z nation coincidimos: su gracia es lo autoconsciente que es, al final todo es una gran broma en la que el espectador participa. Como dice Murphy: es el Apocalipsis, simplemente lo vas llevando.
Sí, Spike lanzó los tres primeros epis de una tacada para abrir boca pero podían habérselos ahorrado. La novela y la película a mi me encantaron pero esta serie no funciona. Una lástima porque podían tomar el camino del cachondeo sano pero optan por el drama familiar y humano serio sin un guión ni unos intérpretes a la altura.
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