martes, 9 de noviembre de 2010

Boston Legal, la ley del sinsentido

The cast of  Boston Legal © FOX
Nunca me había llamado la atención la serie Boston Legal. En una visita relámpago a la FNAC de Madrid me compré su segunda y tercera temporada a un precio irrisorio. Me dije que vería la primera temporada online y que si me gustaba ya la compraría más adelante. En dos meses he visto las tres temporadas de esta serie. Me faltan dos para rematarla pero no me atrevo a hacerlo por miedo a quedarme sin una de las series más descaradamente divertida y profundamente dolorosa que he visto jamás

Todo empieza, curiosamente, con El Abogado, una serie de ocho temporadas creada por David E.Kelley. En la ultima temporada aparecía en escena Alan Shore pero sus continuos tejemanejes y sus prácticas al borde de la legalidad lo llevaron a ser despedido del bufete de El Abogado. Así pues termina trabajando para otro prestigioso y exclusivo bufete de Boston, Crane, Poole & Schmidt. El socio fundador más reconocido de la firma es Denny Crane, un hombre de 72 años con principios de Alzheimer y una peligrosa fascinación por las armas, además de una curiosidad sexual insaciable. Alan Shore chocará una y otra vez con las normas de su nuevo bufete, con sus compañeros y compañeras de trabajo, con los socios fundadores pero siempre podrá contar con la amistad y protección de Denny. Aviso que no es indispensable visionar la serie madre, El Abogado, para poder ver Boston Legal. Aunque yo recomiendo esa serie a cualquier persona amante de los buenos dramas judiciales.

Boston Legal es una serie de abogados. La estructura de la serie es de sobra conocida. Bufete, presentan el caso, alguien se hace con él, un poco de retórica e investigación en los juzgados, alegato final. Y sin embargo, Boston Legal se desmarca de cualquier otra serie de abogados que haya visto. Ya no sólo por sus dos carismáticos e indescriptibles personajes principales, ni por la caterva de secundarios pirados, excéntricos, raritos o maniáticos, ni por el perfecto equilibrio entre la crítica feroz, el drama más puro y la diversión más sana sino que también por sus continuas metareferencias, esos detalles de romper la cuarta pared a la mínima, por unos actores y actrices invitados de relumbrón, por la presencia de Candice Bergen como Schmidt, una de las socias fundadoras del bufete, por los disfraces que se gastan y por lo adictiva que puede llegar a ser

Alan Shore y Denny Crane. Estos dos personajes son la base y el pilar sobre los que se sustenta toda la serie. Alan Shore está interpretado por James Spader y Denny Crane por el mítico William Shatner. Ambos están excepcionales en sus papeles pero William Shatner me sorprendió muchísimo componiendo un hombre carismático, infantil, juguetón e inocente consciente de su declive físico y mental que intenta desesperadamente disfrutar de una vida que poco a poco se va haciendo más complicada. Por desgracia Denny es una sombra de lo que fue, un mal chiste de un abogado feroz y respetado. Cuando tocan esta parte de la trama es increíble la capacidad de Shatner para transmitir la frustración y la injusticia de la pérdida de uno mismo. 

Alan y Denny Me han hecho reír y llorar a partes iguales. Su amistad es a pesar de sus muchas diferencias lo más importante de la serie. Sus charlas al final de cada capítulo en la terraza con el whisky y el puro en la mano no tienen desperdicio y ayudan a conocer mejor a dos hombres que a pesar de su triunfo profesional y social no son felices. La única felicidad es saber que a su lado tienen a un amigo, un auténtico compañero. Alguien con quien poder compartirlo todo, alguien que te escucha y que te apoya, alguien que a pesar de tus defectos te admira por lo que eres. Alan sería el hijo soñado de Denny, y a veces me imagino que Alan en 25 años será un nuevo Denny.

La verdad es que la radiografía que hace la serie del éxito es llamativa. Los abogados de la firma casi todos ellos sufren en silencio. Shirley Schmidt tiene a su padre en el hospital, Paul Lewiston se encarga de una hija drogodependiente y de su nieta, Alan tiene terrores nocturnos y problemas con el lenguaje, Denny vio a su padre consumido por el Alzheimer y ahora él pasa por lo mismo, aunque lo llame vacas locas. Más de una vez hablan sobre los ideales que dejaron atrás, las batallas ganadas, los amigos perdidos, las oportunidades que no aprovecharon... todo eso por trajes hechos a medida, coches de lujo, viajes y dinero. El estudio de la moralidad que nos propone esta serie, a priori, tan desenfadada es muy duro.

A pesar de lo mucho que me gusta la serie debo decir que la desaparición de personajes es un tema un tanto preocupante. La incapacidad de crear personajes capaces de hacer sombra a Denny, Alan o en menor medida a Shirley Schmidt hizo que muchos de los secundarios apareciesen y desapareciesen a un ritmo endiablado. Tan sólo aquellos personajes particularmente llamativos como Jerry Spenson o Clarence tuvieron una oportunidad frente a los dos personajes principales.

Estoy deseando volver a ver a Alan y a Denny en acción. Para que me sorprendan con más disfraces, para ver a más estrellas invitadas, para disfrutar y sonreír con sus excentricidades, para entristecerme por lo injusta y dura que es la vida. Lástima que en España no tuviese éxito esta maravilla pero creo que no estábamos preparados para Alan y Denny.

2 comentarios:

Atticus dijo...

Otra serie más para la lista de pendientes.

Rebeca Sánchez dijo...

XD esas listas aumentan cada día, y es tan difícil hacerlas bajar porque siempre encuentras algo nuevo e interesante

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