Poco se ha hablado de Bosch, una de las series lanzadas por Amazon este año, y es una lástima porque estamos ante un producto de buena factura, con excelentes interpretaciones, una trama sólida y una puesta en escena impecable. El silencio alrededor de Bosch creo que se debe a dos factores: fue estrenada después de Transparent, serie que atrajo la atención tanto de la crítica como del público; y no supone una revolución, su corte es demasiado clásico.
Transparent es la serie con más visibilidad de Amazon, esa condición de diamante en bruto hace que pocos se percaten de la existencia de Bosch, un drama noir ambientado en Los Ángeles que sin ser brillante, convence. Darabont debería ver todos sus capítulos para entender qué falló en su Mob City.
En su momento, cuando Amazon lanzó su tanda de pilotos, Bosch fue uno de los que más me gustó y aquella primera impresión fue acertada. Tras devorar los 10 episodios que conforman su primera temporada tengo que decir que es una serie de gran cohesión argumental, que crece capítulo a capítulo, y que tiene muy claro cuando debe soltar lastre y cuando debe cerrar tramas.
El taciturno y siempre observador Harry Bosch es un regalo para Titus Welliver, un actor que sabe insuflar credibilidad y fuerza a un personaje que surca los mares de la vida aferrado a su código de honor y a su sentido de la justicia. Harry no es un santo, tampoco es un mal hombre pero está acostumbrado a moverse en la amplia zona gris, algo que acarrea un precio. Welliver, bregado como secundario en series como Lost, The Good Wife o Deadwood, se enfrenta con éxito a su primer -y merecidísimo- protagónico.
Cuando conocemos a Hieronymous 'Harry' Bosch, quintaesencia del detective silencioso y pragmático, comienza a investigar el asesinato de un menor muerto hace más de 20 años. A medida que avanza los capítulos vamos conociendo más cosas sobre su pasado y sobre su manera de afrontar la vida y el trabajo. Harry Bosch, como personaje, no supone ninguna revolución, es un arquetipo visto previamente en cientos de películas y series de televisión. Sin embargo, a pesar de conocer de que pasta está hecho el personaje principal, la serie resulta interesante. Cuando la cámara se centra en Harry puedes sentir toda la furia de las calles de Los Ángeles corriendo por sus venas. Con todo, pocas veces se deja cegar por ella aunque la usa como estímulo para seguir adelante. Bosch es un detective formidable con un sentido muy elevado de la justicia, del trabajo bien hecho y de la ética profesional.
Hay que agradecer la presencia de Welliver en la serie pero él no es el único que aporta consistencia al reparto; ahí tenemos a Jaime Hector, a Lance Reddick, a Mimi Rogers, a Steven Culp o a Sarah Clarke, haciendo lo que mejor saben hacer, dejar su impronta en unos secundarios que tienen momentos para brillar con luz propia aunque la sombra de Welliver es muy larga.
La serie no puede entenderse fuera de otro entorno que no sea Los Ángeles, la ciudad es más que el escenario donde ser desarrolla la historia es también un personaje más. Por eso creo que se tomaron tantas molestias en capturar su esencia, la fotografía de la serie es impecable: los planos desde la casa de Harry, las luminosas barriadas pobres, los almacenes abandonados, los exteriores de la comisaría de policía, las colinas... no hablo de imágenes hermosas pero planas; aquí la ciudad es un ente tridimensional con textura, con historia, con secretos, con lugares que merece la pena visitar y otros que no son más que una traslación del infierno en la tierra.
Bosch tiene un tempo narrativo lento, se toma su tiempo para armar la trama principal y trabaja, poco a poco, las secundarias. Estamos ante una serie que no tiene prisa en explicar al espectador qué está pasando. Primero coloca las piezas sobre el tablero y, luego, con calma empieza a reunir todas las piezas del rompecabezas.
Ahora, voy a tener que darle una oportunidad a los libros de Michael Connelly, creador del personaje. Al no conocer la obra literaria no puedo deciros si esta adaptación televisiva es una digna deudora de la pluma de Connelly. No obstante, si la consideramos como un producto independiente, Bosch es una serie de notable alto. En muchos aspectos, Harry Bosch me recuerda a otro de mis personaje televisivos favoritos: Walt Longmire, el sheriff de Absaroka. Incluso, encuentro similitudes entre Bosh y el Rayland de Justified. Los tres son hijos del negro sobre blanco, personajes cortados por el mismo patrón, con sutiles pero notables diferencias. Una noche deberían salir de copas.
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