Mitchell Garabedian: If it takes a village to raise a child, it takes a village to abuse them. That's the truth of it.
Spotlight sigue los pasos de la investigación periodística que destapó uno de los mayores escándalos de la iglesia católica en los Estados Unidos. La historia nos traslada a 2001, cuando Marty Baron llega al Boston Globe como nuevo editor jefe. Baron, el primer editor judío del periódico, es un recién llegado sin relación con la ciudad que quiere revitalizar el Globe y dar mayor cobertura a las noticias de ámbito local. Spotlight es el nombre de la sección de investigación del Globe a la que Baron pone a trabajar en el seguimiento del caso del padre John Geoghan. Cuando Baron llega al periódico se habían escrito un par de noticias al respecto pero él quiere que se haga un seguimiento real y pormenorizado del caso.
Las películas de periodistas han dado lugar a títulos muy buenos como Zodiac, The Paper, Todos los hombres del presidente, Primera página, El gran carnaval o Shattered Glass; Spotlight figura ya entre los grandes títulos de este género. Este drama coral reconstruye con ritmo lento y meticuloso una investigación que supuso un varapalo para la Iglesia y para aquellos que, desde posiciones sociales privilegiadas, se encargaron de encubrir los abusos. Esta imponente crónica sobre la realidad bostoniana, extrapolable a muchas otras ciudades y países, es una obra sobre la diligencia, la responsabilidad y el imperativo moral de los medios de comunicación ante situaciones aberrantes.
Es complicado tratar un tema como este sin caer en el sentimentalismo barato y el sensacionalismo más amarillista. La acertada dirección de Tom McCarthy opta por mostrar la investigación periodística de manera desapasionada, desde la distancia y la fría observación. Por momento el espectador puede tener la sensación de estar viendo un documental sobre el caso en cuestión. Sin embargo, estamos ante película, una de las mejores del año y una de las mejores que he visto en mucho tiempo. Spotlight tiene un ritmo pausado, la investigación se desarrolla lentamente, como en la vida real; los periodistas buscan buscan pistas, reunen material, entrevistan, indagan... Y es que el trabajo periodístico de investigación no es tan glamuroso como la gente piensa, aquí vemos como el equipo del Globe pasa horas tomando notas, persiguiendo a las fuentes, analizando registros, rellenando impresos, repasando viejos recortes de noticias y recibiendo portazos. Además, cabe recordar que los eventos sucedieron en una época en la que Internet aún estaba en pañales.
La investigación, interrumpida por el 11S, va revelando el horror de décadas de abuso, de violaciones sistemáticas, de ocultación, de conveniencia entre los poderosos para que la institución no viese manchado su buen nombre. Es increíble descubrir que 87 pederastas camparon a sus anchas por las iglesias de la ciudad con el conocimiento de sus superiores y que poco o nada se hizo para poner freno a esta situación. Nadie hizo nada, eso es lo más triste del caso. “Good germans”, dice el personaje de Mark Ruffalo en un momento de la película para explicar este silencio social ante los casos de pederastia, razón no le falta. Parece que era más fácil mirar para otro lado y dejar que la Iglesia pagase el silencio de las familias y de las víctimas con un poco de dinero y algo de presión.
Entre los protagonistas de esta historia nos encontramos con un resucitado Michael Keaton como Walter 'Robby' Robinson, el editor de Spotlight y jefe del equipo de investigación formado por Michael Rezendes (Mark Ruffalo), Sacha Pfeiffer (Rachel McAdams) y MattMatt Carroll (Brian D'Arcy James). El trabajo periodístico que realizaron les valió un Pulitzer pero durante el metraje de la película vemos cómo esta investigación les afectó a nivel personal.
El resto del reparto se completa con la presencia de John Slattery (no me acostumbro a verle fuera de Mad Men), Liev Schreiber y Stanley Tucci. Schreiber se pone en la piel del comedido e inteligente Marty Baron, el hombre necesario para que la historia viese la luz. Destacar la aportación de Stanley Tucci como el abogado Mitchell Garabedian, un personaje secundario que funciona de maravilla y que es vital para el desarrollo de la trama.
El guión de Thomas Mcarthy y Josh Singe, que en 2013 estaba en la Black List, expone una realidad muy dura que obliga al espectador a plantearse muchas cosas sobre la institución, las personas que la conforman, las que la defienden y el periodismo como profesión fundamental para dar voz a aquellos que les fue arrebatada. Aunque la Iglesia afirmase que el problema era que “había algunas manzanas podridas” en la institución, la realidad es que la jerarquía eclesiástica encubría por sistema este tipo de casos. Resulta indignante ver cómo la Iglesia ocultó los hechos ejerciendo presión sobre las instituciones sociales, políticas, jurídicas y periodísticas de Boston. ¿Cómo dejamos que pasara esto? , muchos bostonianos se hicieron esa pregunta al leer el reportaje del Globe. Trabajemos para que no vuelva a pasar.
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