Jennifer Goines: Daughters of Earth. I am Jennifer Goines. As we speak, an army of death awaits our friends in Titan. But we, we can face that death head-on, and save them. I see in your eyes the same fear that would take the heart of me. A day may come when the courage of women fails, and we forsake our friends and break all bonds of fellowship, but it is not this day. This is our chance, our one chance, to tell our enemies that they can take our lives, but they'll never take our freedom! Today, we celebrate our Independence Day!
Acabo de terminar la segunda temporada de 12 Monkeys y siento la imperiosa necesidad de explicar por qué se ha convertido en uno de mis entretenimientos televisivos favoritos. Durante su segundo año, esta producción de Syfy no ha parado de mejorar. Siempre es buena señal ver a una serie explorar nuevas vías más allá de su premisa original y más, si como 12 Monkeys, lo hace creando una mitología sugestiva y amena.
Sé que la serie no aguantaría un análisis pormenorizado de sus tramas ni de sus idas y venidas por el tiempo pero, en conjunto y abrazando la suspensión de la incredulidad, estamos ante un entretenimiento más que digno que, durante su segundo año en antena, ha sabido armar una fascinante mitología en torno a su idea base: la plaga que mina a la población mundial. 12 Monkeys ha ido más allá de la premisa de la película de 1995 (si no sabes de lo que hablo deja de leer en este punto y búscate una vida) explotando su mejor baza, los viajes en el tiempo. Este tropo recurrente de la ciencia ficción le permite, no solo explorar diferentes épocas a través de unos personajes que, en su mayoría, solo conocen una realidad apocalíptica, sino también seguir la evolución de unas relaciones personales sometidas a los caprichos de las paradojas temporales. Es en estos dos apartados donde es más evidente la mejora de la serie, la ampliación de las épocas visitadas (1961, 1957, 1959, 1975, 1944) y la profundidad y complejidad que han adquirido las relaciones personales durante estos 13 capítulos.
Sé que la serie no aguantaría un análisis pormenorizado de sus tramas ni de sus idas y venidas por el tiempo pero, en conjunto y abrazando la suspensión de la incredulidad, estamos ante un entretenimiento más que digno que, durante su segundo año en antena, ha sabido armar una fascinante mitología en torno a su idea base: la plaga que mina a la población mundial. 12 Monkeys ha ido más allá de la premisa de la película de 1995 (si no sabes de lo que hablo deja de leer en este punto y búscate una vida) explotando su mejor baza, los viajes en el tiempo. Este tropo recurrente de la ciencia ficción le permite, no solo explorar diferentes épocas a través de unos personajes que, en su mayoría, solo conocen una realidad apocalíptica, sino también seguir la evolución de unas relaciones personales sometidas a los caprichos de las paradojas temporales. Es en estos dos apartados donde es más evidente la mejora de la serie, la ampliación de las épocas visitadas (1961, 1957, 1959, 1975, 1944) y la profundidad y complejidad que han adquirido las relaciones personales durante estos 13 capítulos.
El amplio abanico temporal sirve de trasfondo para una trama cada vez más intrincada y adictiva que se despliega con dinamismo y velocidad ante el espectador. Con 2044 como base de operaciones, una época que este año ha tenido más protagonismo, el grupo se ha dedicado a visitar diferentes períodos intentado evitar las paradojas temporales que amenazan 2044 y buscando al Testigo que lidera al ejército de los 12 monos. En su camino han encontrado nuevos enemigos, viejos conocidos, mucha violencia y pocos motivos para conservar la esperanza.
Personajes en constante evolución
Personajes en constante evolución
La frenética carrera para salvar su época y al tiempo en sí mismo ha creado fracturas en un grupo que, ya desde el final de la primera temporada, evidenciaba profundas fisuras. Cassie no confía en Cole, Ramse es persona non grata en 2044, la doctora Jones se encuentra con un aliado inesperado y la West 7 de Deacon campa a sus anchas por las instalaciones donde opera el grupo en un delicado equilibrio que nadie parece capaz de mantener.
Por fin, James Cole, indiscutible protagonista de la historia, asume su condición de líder y pasa de ser una mera herramienta para un fin a eje cohesionador del grupo. Sin él, sin su guía, sin su sentido de la responsabilidad y del sacrificio, 2044 no existiría y todos estarían muertos. Cole perdona a Ramse, Cole protege a Jessica y a Cassie, Cole comprende a Jones ... y su crecimiento se completa gracias a la guía de la Jennifer Goines de 2044.
Sigue siendo muy interesante la exploración de la relación de amistad entre Cole y Ramse, dos personajes cuyo vínculo parece capaz de soportar cualquier cosa. Parece que, pase lo que pase, siempre confiarán el uno en el otro, aunque a veces tengan opiniones muy diferentes y se encuentren en bandos enfrentados. Además, tanto Aaron Stanford como Kirk Acevedo están fantásticos en sus escenas juntos, sus diálogos y encuentros tienden a ser entretenidos de ver porque, siendo como son dos personalidades muy diferentes, se complementan perfectamente pese a aplicar metodologías dispares para la resolución de problemas y conflictos.
La evolución de Jennifer Goines (Emily Hampshire) no soportaría un análisis minucioso, su ciclo vital es el que más incongruencias acumula pero, dejando eso a un lado, este año ha destacado por ser el personaje más divertido y sorprendente de la serie. Su locura - muy Harley Quinn pero con mística temporal de por medio - ha dejado los mejores diálogos y momentos de la temporada. De secundario prescindible ha pasado a pieza fundamental del rompecabezas temporal que los guionistas nos tenían reservado y gracias a ella, que sirve tanto de alivio cómico como de apoyo dramático, la serie ha sido mucho más interesante.
A una serie como 12 Monkeys lo único que le pido es ser entretenida. Agradezco, ya no solo que semanalmente cumpla con creces esa demanda, sino también el que sea lo bastante ambiciosa como para soltarse de la correa argumental que la ataba a la película de Gilliam con el fin de explorar territorios temáticos tan sugerentes como la consciencia del tiempo o el síndrome de Cassandra. Después de todo, el que piense que la doctora Railly se llama Cassandra por casualidades de la vida es que no ha entendido nada de nada.
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