Años y años y años escuchando y leyendo que The West Wing era una obra maestra, una serie que todo el mundo debería ver, una sorprendente maravilla. Todo eran buenas palabras y grandilocuentes adjetivos. The West Wing decías y todos hablaban de sus rápidos diálogos, de sus personajes chispeantes, de lo emocionante que resultaba, de lo humana que era. Grande entre las grandes. Yo me resistía. No podía creer que una serie sobre la presidencia de un demócrata en la Casa Blanca fuese para tanto. Con el paso de los años incluso le pillé una cierta manía a la serie. Hace un par de semanas me compré el pack, estaba tan barato que me dije ¿Y por qué no? Algo parecido había hecho unos cuantos meses antes con Boston Legal y cuanto me alegro de haber ido aquel bendito día al Fnac.
A lo que iba, que tengo el pack en casa y empiezo a verlo. Primer capítulo, Barlet (Martin Sheen) choca con su bicicleta contra un árbol. Y poco a poco vas conociendo a los personajes que asesoran al presidente y que pueblan la Casa Blanca. Está Josh, Sam, Toby, C.J, Leo. El equipo que intenta mantener el equilibrio y sacar adelante el día a día de la política norteamericana. Tenemos a Charlie, Donna, la primera dama, la hija del presidente, el vicepresidente, Margaret, Danny. Personajes que aportan dinamismo a las historias y que siempren resultan interesantes.
Y cuando quiero darme cuenta ya estoy con la segunda temporada. Tras el traumático final de la primera no podía parar, tenía que saber que sucedía y de paso descubrir como el equipo se conformó y empezó a trabajar para Barlet. Mientras mi corazón se encontraba en el hospital con Josh, admiraba la entereza con la que los demás personajes continuaban trabajando. Hay un algo casi mágico en The West Wing. Todo encaja, todo fluye, nada sobra y no tengo la sensación de que me están contando algo sino de que lo estoy viviendo. De que estoy allí, recorriendo los pasillos y los salones de la Casa Blanca. De que Donna me trae un café y de que veo al pez de colores de C.J. Se palpa la tensión de los personajes, la emoción traspasa la pantalla y te llega. Es la mezcla de grandes diálogos, buenas interpretaciones, historias coherentes, personajes bien construidos.
Ahora me arrepiento de haber dudado y me alegro de poder disfrutar de The West Wing a mi ritmo. Ya os iré contanto, en esto momento estoy viviendo mi particular historia de amor con los personajes de la serie. Desde hace cuatro días amo a Allison Janney y a Bradley Whitford; o mejor dicho, amo a C.J y a Josh.
Ahora toca descansar pero mañana será otro día y volveré a recorrer el ala oeste de la Casa Blanca con una sonrisa de oreja a oreja.
7 comentarios:
Como siempre digo mi serie favorita, ninguna me ha emocionado más, he aprendido más con ella, ha tenido mejores diálogos, ni con tantos grandes actores, ni me ha hecho vibrar y disfrutar tanto, seguro que me la vuelvo a ver entera.
Para mí la eterna pendiente. Tengo muchas ganas de verla pero siempre se le cuela otra serie (más joven) y continúa en el banquillo. Posiblemente cuando termine The Shield (otro clasicazo) me ponga con ella, esta vez sí o sí.
Cada vez la tengo más ganazas, entre que todos habláis maravillas y la cantidad de actores que estoy viendo ahora en otras series. Aunque dudo que hasta el verano tenga tiempo.
TWW te atrapa y cuando empiezas no puedes parar,los personajes están tan bien construidos que es imposible no amarlos.
Pues a mí me pasaba lo mismo que a ti. No es lo que empezara a tenerle manía pero casi, pero creo que voy a ver la primera temporada, eso sí, en verano, que ahora tengo que recortar series...
satrian, yo estoy emocionadísima con la serie
Watanabe, pues, no quiero ser pesada, pero ponte con ella en cuanto puedas.
martinyfelix, pues ya me contarás yo no puedo pasar un día sin ver un capítulo, tanto que estoy dando de lado a otras series... vicio
Buffymak, tienes razón son todos y cada uno de ellos maravillosos
manganxet, jejejej pues te voy a decir, lo que ya estarás harto de oir, dale una oportunidad, vale mucho la pena
Me ocurre lo mismo que a ti, aunque es la tercera vez que vuelvo a ver esta magnífica serie. Y cómo tú afirmas, todo encaja porque los personajes son "humanos", reales, de carne y hueso, que hablan y hablan sin parar, se enfadan, se ríen, se sienten tristes o felices, son conscientes de sus defectos pero también de sus virtudes y, lo que es más, me creo sin dudar que realmente son amigos en busca de un propósito común. Resulta conmovedor presenciar como el espectáculo de la política, por regla general tan aburrido y soez, ha sido encajado hábilmente en una magistral y delicada trama de sentimientos y sensaciones que en cada instante surgen a flor de piel. Es una obra maestra.
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