jueves, 22 de mayo de 2014

La Florrick, zorra egoísta

A estas alturas, tras cinco temporadas, The Good Wife sigue siendo de lo mejor que se emite en televisión. La calidad de sus guiones, el nivel de sus intérpretes, la sutileza del relato, el desarrollo de sus tramas y esos puntos de excentricidad representados por algunas de sus estrellas invitadas, la convierten en un sólido y fecundo drama, con toques de comedia, que habla - y bien y con soltura y con argumentos - de muchas cosas. Aunque para mí, el discurso más importante de la serie es el que se refiere a la mujer, al poder de las mujeres, a las relaciones con EL PODER, a la imagen que tenemos de ellas. Un discurso que recorre los miedos, las dudas, las incertidumbres y los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres; pero que también habla de sus virtudes, de sus logros, de su fuerza, de su sacrificio y de su amor. Todo esto confluye en una imagen, la de Alicia Florrick; una mujer que ha madurado y aprendido, que ha sufrido y reído, que ha luchado y perdido, que ha ganado y claudicado. Una mujer que ya no se parece a aquella Alicia del piloto cuando aún decíamos "la serie de la Margulies".

Ahora soy consciente de que Julianna no existe, que solo existe Alicia y la última temporada de la serie sirve para confirmar la grandeza de una intérprete que ha desaparecido tras los inteligentes, tristes y cansados ojos de su personaje. La imagen de la actriz estará, por siempre, unida a este personaje; de igual modo, me cuesta imaginar a cualquier otra mujer en los zapatos de la Florrick. 

Alicia es, al fin y al cabo, el centro de todo, y su proceso de maduración hacia la persona que quiere ser (algo que no tiene muy claro) es, sin duda, lo más interesante de esta ficción.  Durante la primera tanda de capítulos de la temporada, su poder, su progreso y su valentía se han visto impulsados. Es la mujer del gobernador de Illinois y es la socia fundadora de un bufete. Dejar atrás Lockhart&Gardner fue una propuesta arriesgada por parte de los creadores pero funcionó y aportó dinamismo a una serie que, aunque no parecía correr el riesgo de estancarse, si podría haber caído en el mal de la reiteración. 

Durante la segunda parte de la temporada, vimos a una Alicia perdida, de luto, triste y superada por los acontecimientos. La muerte de Will Gardner fue un trago difícil de digerir. Una muerte que le llevó a plantearse su papel como esposa, como abogada y como persona. La desaparición de Will precipitó el final de su relación con Peter, una pequeña depresión y, a la larga, un enfrentamiento con Cary sobre el futuro del recién fundado bufete. 

¿Quién soy? ¿Qué quiero ser? parece que se pregunta Alicia mientras se mira en un espejo o cuando bebe una gran copa de vino en la soledad de su cocina. Peter le recriminó el ser una zorra egoísta, y razón no le falta. En muchas ocasiones Alicia ha actuado como tal, está en su derecho, todos nos merecemos ser egoístas y buscar nuestra propia felicidad. Sin embargo, Alicia siempre antepondrá la felicidad de sus hijos a sus propios intereses y siempre se escudará en ellos para justificar algunas de sus elecciones más discutibles. 


Alicia Florrick es poderosa pero tiene debilidades, fallos, carencias e imperfecciones. Esos detalles son los que le confieren humanidad, interés y profundidad al personaje. Esos detalles son la que hacen que Alicia sea real, creíble. Sus dilemas, sus dudas y su sentido de la moralidad se han vuelto más complejos año tras año; pero cuando creíamos que estábamos ante una mujer capaz de manejar prácticamente cualquier situación la vimos ocultarse debajo de las blancas sábanas de su cama durante varios días. El dolor hizo mella en su armadura y en su esquema del mundo. Alicia cambió con la muerte de Will pues abrió los ojos y tomó aliento. Estaba tan centrada en levantar su firma, en colaborar con Peter, en demostrar su poder que no se paró a ver lo que estaba pasando ni a meditar si realmente quería que esas cosas pasasen. 

La sexta temporada le propondrá nuevos retos a esta mujer que debe aprender a quererse un poco más a ella misma. Creo que la mayor lección que Alicia debe aprender es que es posible ser feliz y que no está mal serlo. 


4 comentarios:

mr_c dijo...

Margulies fue la tercera actriz a la que ofrecieron el papel, tras la pésima Ashley Judd y la estupenda, pero quizá no adecuada para este papel, Helen Hunt.

Rebeca Sánchez dijo...

Sí, pero no me imagino a ninguna de las dos haciendo lo que hace Martulies con el personaje. Judd porque con tanta operación ha perdido expresividad y Hunt porque es una actriz a la que le cuesta dejarse llevar por los personajes, siempre es ella haciendo de... nunca va un poco más allá y desaparece para crear algo nuevo.

Anónimo dijo...

Yo tampoco veo a ninguna otra actriz como Alicia en lugar de Margulies.

Sobre la discucion entre Alicia y Peter yo mas que el "perra egoista" me quedo con el "estas idealizando a un muerto" que le suelta Peter la gran verdad de toda esa trama.

Rebeca Sánchez dijo...

Es bien cierto que Alicia idealiza a Will, pero es lógico. Cuando alguien muere,por lo general, solo se recuerda lo bueno que era. Además, ella no quiere pensar que él murió todavía enfadado.

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