Me mudo. Después de muchos años en Blogger, más de una década, es hora de un cambio. A partir de ahora me podéis encontrar AQUÍ.
Como un fénix
sábado, 28 de octubre de 2017
sábado, 15 de julio de 2017
The Mist, chorriserie del verano
Cada
verano una chorriserie llega a la pequeña pantalla para
demostrarnos, si es que a algún despistado no lo tenía claro, que
en la edad dorada de las series de televisión se siguen haciendo
productos puramente alimenticios que ni importan ni aportan, series
como Zoo, La Cúpula, Z Nation o The Event. The Mist es un nuevo caso
de chorriserie de manual, coges una premisa prometedora - en este
caso una novela de Stephen King que fue trasladada al cine con tino por Frank Darabont-, pones a un montón de actores del montón
y dos o tres en plan secundario con una trayectoria conocida -en The
Mist los grandes nombres pertenecen a Frances Conroy (que alguien me
explique porque esta señora no se queda con Ryan Murphy), Dan Butler
(recordado por su Bulldog en Frasier) e Isiah Whitlock Jr. (The Wire,
Veep) – ; y añades un poco de misterio y drama al conjunto con la
esperanza de que la potencia de la premisa (Adri explica muy bien los problemas del high concept) fidelice a los espectadores. Esto no
siempre funciona porque por muy interesante que pueda ser la idea de
partida si no dedicas tiempo y esfuerzo a crear personajes
mínimamente interesantes y creíbles con tramas que enganchen y
aporten, el público dará la espalda al programa. Siempre tienes la opción es
abrazar totalmente la locura y el descontrol como Z Nation y producir
una serie autoconsciente capaz de divertir transgrediendo el género
en el que se enmarca. The Mist es insulta y carece de gracia, avisados quedáis.
Cuando
Spike anunció que se iba a hacer cargo de la adaptación televisiva
de The Mist tuve curiosidad aunque las adaptaciones televisivas de
las obras de Stephen King nunca han llegado a convencerme ni Haven,
ni La Cúpula ni 11.23.63; así que siempre me acerco a estas
ellas con las expectativas muy bajas y pese a todo, The Mist
ha logrado decepcionarme. De los tres capítulos que he visionado
hasta el momento solo puedo decir que todo es demasiado obvio,
demasiado predecible y el hecho de que los personajes estén
encerrados en tres diferentes espacios no ayuda a hacer más
entretenida la trama. Hasta ahora la comisaría, la iglesia y el
socorrido centro comercial son los espacios donde se desarrolla la
historia. Es evidente que la serie no tiene un gran presupuesto pero
ese encierro, ese reduccionismo, no juega en favor de un producto que
tampoco destaca por su guión ni por sus interpretaciones.
La
serie, creada por Christian Torpe, arranca con un militar despertando
en el bosque al lado de un perro (guiño a Lost). El militar (Okezie
Morro) no recuerda nada y antes de que pueda situarse una niebla
densa les envuelve a él y al perro, el animalico acaba destrozado
colgando de un árbol y el militar huye corriendo hacia un pequeño
pueblo cercano, Bridgton.
En ese
pequeño paraíso viven los Copeland, una familia que no pasa por su
mejor momento. La madre, Eve (Alyssa Sutherland) es una maestra
recientemente despedida por dar clases de educación sexual; su
marido, Kevin (Morgan Spector), la apoya pero en la pareja hay
fricciones sobre cómo educar a su hija adolescente Alex (Gus
Birney). La joven adora a su padre pero detesta lo estricta que puede
llegar a ser su madre. El día
antes de que la niebla llegue al pueblo, Alex es víctima de una
agresión sexual. El culpable parece ser el hijo del sheriff y
quaterback del equipo local, Jay (Luke Cosgrove). Entre los padres de
la chica y el sheriff (Darren Pettie) hay tensiones que se remontan a
sus años de instituto que supongo conoceremos más adelante. Para
complicarlo todo, Alex no recuerda la agresión y el único testigo
de la misma es su amigo Adrian (Russell Posner), un joven con
problemas familiares y con poca aceptación en la escuela.
Este es
el drama familiar que nos plantea The Mist. Cuando la niebla cubre la
población los Copeland están separados y tendrán que encontrar la
forma ya no sólo de sobrevivir sino también de reencontrarse. El
problema es que a nadie le importa lo que pasa con esa familia ni lo
que le suceda al resto de habitantes del pueblo.
El
único personaje medianamente interesante es Mia (Danica Curcic), una
drogadicta que cuando aparece en escena mata a un hombre con una
horca y que carga con muchos secretos y problemas. Son ella, en
pleno proceso de desintoxicación forzosa, y el militar amnésico los
que despiertan más simpatías y los que, de momento, tienen los
mejores diálogos de una serie, en conjunto, bastante pobre.
Si
tomamos la obra de King, encontramos una historia turbia y aterradora
sobre lo que sucede cuando un grupo de personas enfrenta lo
desconocido. ¿Cómo se comporta el ser humano privado de su zona de
seguridad? ¿Cómo se resquebraja el contrato social que pactamos al
convivir unos con otros? ¿Qué se esconde realmente en nuestros
corazones? ¿Hasta dónde somos capaces de llegar para sobrevivir?
¿Hay lugar para la responsabilidad, el sacrificio y los valores
cuando la sociedad se desmorona? La niebla no es sino una metáfora,
la extraña realidad que se cierne sobre el pueblo saca a la luz la
podredumbre moral de sus habitantes. Eso es lo interesante de la
obra, esas son las cuestiones que debería abordar la serie y que es
incapaz de explotar en sus primeros capítulos.
Torpe
ha dicho que quiere analizar cómo el miedo lleva a la gente a buscar
falsos profetas, que su intención era indagar en la naturaleza del
fanatismo, algo que la película de Darabont exploraba con tino y
sobriedad pero que no parece encajar en esta apuesta televisiva. Por
ahora lo que me ha dado The Mist es personajes planos, mal CGI, cero
terror y mucha tontería.
viernes, 23 de junio de 2017
Laura Moon, la luz de American Gods
En una serie donde los dioses se mezclan con los mortales y donde míticas criaturas maldicen su mala suerte en bares de la América profunda es curioso que sea una zombi la que destaque entre tanto desenfreno celestial. ¿Será la predilección de Bryan Fuller (showrunner de American Gods) por la muerte, su obsesión por ella, lo que ha convertido a Laura Moon (Emily Browning ) en una figura tan abrasiva como interesante? Si analizamos la obra de Fuller vemos que ha sido un progresivo estudio sobre la muerte abordado desde diferentes puntos de vista con especial énfasis en las relaciones y reacciones de las personas ante la misma. Tomando (casi siempre) como punto de partida un argumento con tintes fantásticos y misteriosos, Fuller ha establecido una fructífera relación creativa con la Parca. En Dead Like Me un grupo de aparecidos se dedicaban a recolectar las almas de las personas instantes antes de que fallezcan. En Pushing Daisies, Ned, un enamoradizo pastelero con el don de revivir las cosas, resucitaba a su amor de juventud. Hannibal era una creación visual que elevaba el horror del asesinato a la categoría de obra de arte de manera seductora y envolvente. Y en American Gods, Laura, un ser de carne putrefacta, se convierte en el ancla necesaria para que el espectador se enganche al relato.
El personaje de Emily Browning estaba llamado a ser un secundario en esta historia y nada parecía presagiar que acabaría teniendo tanta importancia en el desarrollo de la trama. En el primer capítulo sabemos que Laura muere, más tarde sabremos que durante el tiempo que su marido pasó en prisión se dedicó a acostarse con el mejor amigo de ambos y que murieron juntos en un accidente de coche pocos días antes de que Shadow volviese a casa. Durante los ocho capítulos de la primera temporada, Laura gana en complejidad y atractivo. ¿Será su perspectiva desde la periferia lo que la convierte en un personaje tan sugestivo? ¿Será la simpleza de su misión lo que la hace más accesible? Lo cierto es que aunque a muchos no les resulta simpática, nadie puede negarle el hecho de ser lo mejor, con diferencia, de la serie; una chuchería visual que Brian Fuller nos ha colado a base de cuidada estética e imágenes de impacto pero que carece, al menos en su primera temporada, de consistencia argumental y dramática.
Esta muerta está muy viva
Laura es una persona imperfecta que vivía en un perpetuo estado de insatisfacción y hastío. Pese a la devoción de Shadow, quien estaba profundamente enamorado de ella, lo trataba más como un accesorio para sus fines que como un igual. Su muerte parecía no ser más que una excusa para espolear el viaje emocional del protagonista masculino de la historia. No obstante, es tras su muerte cuando Laura adquiere verdadera sustancia como ser humano e individuo, es ahora cuando su historia comienza de verdad.
La presentación de esta joven no es agradable, la introducen con crudeza, sin dobleces, ni florituras. Desde el primer momento conocemos su currículo, sabemos lo peor que ha hecho y podemos llegar a comprender por qué lo ha hecho. Y lentamente Laura Moon, un personaje de ética cuestionable y moral ambivalente, te encandila porque en sus errores, su egoísmo, su patetismo, su acciones cuestionables... es donde reside la esencia misma de la humanidad y el espejo en el que te puedes reconocer. American Gods no desea que queramos a Laura, no es su papel en esta función, pero si desea que lleguemos a entenderla porque, en ese momento, cuando la percibamos como un ser humano imperfecto, al igual que nosotros mismos, empezaremos a disfrutar de su viaje tras los pasos de Shadow Moon. Cierto que American Gods tiene fallos y carencias pero hay que reconocerle el mérito de haber construido a una de las mujeres más interesantes de la temporada televisiva.
Sin dudar diría que los dos mejores capítulos de la temporada son los que se centran en Laura. Es más, hasta el propio Neil Gaiman, responsable de la novela en la que se basa esta serie, admitió que su capítulo favorito era el cuarto Git Gone. Gracias a este episodio conocemos mejor a la joven, sabemos de su depresión y de sus extraña afición a los botes de insecticida. Entendemos por qué engañó a su marido, cómo volvió a este mundo y por qué sigue a Shadow por todo el país. Durante el resto de la serie descubrimos que es inteligente, observadora y paciente, que es personaje más complejo y con muchos más matices de lo que parecía en principio. Laura se había pasado toda su vida esperando por algo que la sacase de su apatía y pasividad, ese algo fue su muerte y espoleada por su reciente encuentro con el más allá y el descubrimiento de las divinidades parece tomar por fin las riendas de su propia existencia. Si en vida fue abúlica, en modo zombi, Laura es quien rige su destino.
Siempre es curioso ver como un personaje que se suponía secundario termina por adueñarse de la atención del público. La muerta puede con su marido, con Mr. Wednesday y con los demás dioses (viejos y modernos); y solo Mad Sweenie le hace sombra en cuanto a carisma e interés. Mientras que el viaje de Shadow y Mr. Wednesday por América es demasiado inconexo y sólo merece la pena por las apariciones de otros dioses, en especial de esa Media camaleónica que es Gillian Anderson, la road movie de Laura deja poso en el espectador al conectar emocionalmente con él. Laura – con sus defectos, virtudes y carne putrefacta- es un personaje vibrante que impulsa una narrativa más clásica (el viaje como proceso de autodescubrimiento) pero mucho más efectiva.
martes, 6 de junio de 2017
Speechless, el humor de los DiMeo
En los últimos años la sitcom familiar, salvo honrosas excepciones (The Middle, Black-ish, Fresh off the Boat) no levanta cabeza. Es difícil encontrar propuestas que dentro de un formato de humor tan blanco, con tendencia al cumbayá familiar y el buenrollismo, destaquen por saltarse la norma establecida; series que no sean previsibles, que no tengan críos odiosos y/o irreales, que jueguen con las frustraciones de la paternidad y que aporten las dosis de drama adecuadas para recordar al espectador que la vida no es, ni debe ser, perfecta. Speechless encaja en ese esquema. Su aproximación a la realidad de la familia DiMeo la sitúa a la altura de títulos como The Middle, Malcolm in The Middle o Married... with Children y, como ellos, acierta a la hora de retratar a la clase media-baja norteamericana, un estrato social que sobrevive como puede al puñetero sueño americano. Ellos saben, mejor que nadie, que eso del hagamos América grande de nuevo es la mayor patraña de la historia reciente pero se resignan porque no les queda otra, porque compaginan dos trabajos mal pagados, porque están tan agotados que se duermen viendo la televisión en el sofá, porque todas sus comidas son precocinadas, porque no pueden permitirse ir al médico, porque saben que cada día estarán un poco más cansados, más enfermos y más endeudados.
En Speechless la unidad familiar la conforman Maya DiMeo (Minnie Driver), Jimmy (John Ross Bowie), y sus tres hijos: el mayor JJ (Micah Fowler), Ray (Mason Cook) y la pequeña Dylan (Kyla Kenedy). A ellos hay que sumar a Kenneth (Cedric Yarbrough), el ayudante de JJ. El hijo mayor de la familia tiene parálisis cerebral y en el piloto los caminos de los DiMeo y Kenneth se unen para no separarse en toda la temporada. Este es otro de los aspectos a favor de la serie de Scott Silveri, el cómo aborda la discapacidad de JJ y cómo la integran en la historia simplemente acercándose con humor y respeto al día a día del joven. Es en la crítica a lo políticamente correcto y a la supuesta integración de las personas discapacitadas donde Speechless brilla, sus ataques son certeros e inteligentes, planteando cuestiones y situaciones que hacen reflexionar al espectador y que humaniza, más si cabe, a los DiMeo y especialmente a JJ.
Existe un enorme vacío en lo que respecta a la representación de la discapacidad en la televisión, a veces son personajes recurrentes (Breaking Bad) y raramente están interpretados por actores y actrices discapacitados (aún recordamos lo de Glee). Según un estudio de la Fundación Ruderman publicado el verano pasado, un 95% de los personajes televisivos con discapacidad son interpretados por actores sin discapacidad. Micah Fowler es un actor discapacitado que interpreta a un personaje discapacitado en una comedia familiar; esto no es un drama sobre las dificultades de los DiMeo, es un canto a la diversidad y la integración a través de la normalización y la visibilización de realidades a las que, hasta hace poco, los productores de televisión temían.
Speechless no se olvida de la discapacidad de JJ en ningún momento pero la muestra desde el realismo. La serie funciona porque en ningún momento olvida que JJ es una persona con emociones y pensamientos propios, con experiencias únicas y con sueños, miedos, dudas y fallos. No es perfecto porque es humano y atribuirle ciertas cualidades y necesidades es menospreciar su persona e intelecto, es negarle su identidad como persona.
My brother isn't a hero. I know him better than anyone. And I can tell you, in all honesty, he can be a real jerk. He teases me and tortures me, runs me over with his wheelchair. He told me I was adopted and my real mom was Nancy Grace! He isn't brave, either. He's just living his life. And there's nothing brave about that.
Todo arranca con el traslado de la familia a Orange County para que JJ tenga la posibilidad de ir a un instituto que cubra sus necesidades. El director los recibe jactándose de lo inclusivo que es el lugar y de lo preparados que están para atender al joven pero la entrada al edificio no cuenta con una rampa para silla de ruedas. JJ tiene que entrar por la parte de atrás, por la rampa que se utiliza para sacar la basura. Y esto pasa en el piloto. El resto de la temporada ha dejado momentos tremendamente divertidos como el otro trabajo de Kenneth en el supermercado, el capítulo de Halloween, Jimmy aprovechándose de otros padres, el robo de la camioneta adaptada o Ray conspirando para lograr que sus planes vacacionales se cumplan. No obstante también hay lugar para el drama y la reflexión como cuando Jimmy descubre que la obsesión de Ray por el dinero está directamente relacionada con su preocupación por el futuro de JJ o cuando Maya decide no despedirse cuando su hijo mayor se va al campamento de verano.
Tengo que decir que la construcción de los tres hijos de Maya y Jimmy es fantástica,puesto que se aleja de esos arquetipos que tanto daño han hecho a otras series. Los DiMeo se sienten reales y creíbles. Además, sus personalidades y peculiaridades encajan en el tono de esta comedia sin chirriar ni lastrar el acento humorístico. Ya quisieran otras comedias familiares tener tres personajes jóvenes tan bien escritos e interpretados. Entre ellos destaco a Mason Cook, tal vez Ray sea el más irritante de todos pero sus tramas son estupendas y su humanidad y patetismo resultan entrañables. Ray con sus obsesiones, su necesidad de amor, sus pequeñas grandes crisis existenciales y su talante adulto es, con diferencia, el mejor personaje de Speechless.
Los tres adultos también me sorprendieron para bien. Reconozco que Minnie Driver siempre me ha parecido una actriz solvente pero mal aprovechada, una de esas mujeres que trabaja bien tanto en drama como en comedia y a la que la industria nunca ha sabido situar adecuadamente. En fin, aquí es una madre todoterreno, puro fuego y carácter, que lleva las riendas de la familia de manera caótica pero efectiva para disgusto de Ray (Mason Cook), el más cerebral y organizado de los DiMeo. Hay muchos motivos por los que Maya es un activo valioso en esta historia: su acento inglés, su verborrea incontenible, su energía, su relación con Jimmy, el tremendo amor por sus hijos, su abnegación, su disposición a la aventura, su crítica constante a Kenneth... un filón cómico y dramático. Maya no ha dejado de crecer y enriquecerse a lo largo de la primera temporada y estoy segura de que el próximo año podemos esperar grandes cosas de esta mujer.
La familia volverá para una segunda temporada, ya confirmada por ABC, y estoy ansiosa por saber como les ha ido el verano a los DiMeo.
lunes, 1 de mayo de 2017
Bosch, el mejor drama policial del momento
OJO, SPOILERS DE LA TERCERA TEMPORADA DE BOSCH
La serie da un salto temporal de dieciséis meses y comienza con el asesinato de un indigente en las calles de Los Ángeles. La temporada presenta varias tramas que irán avanzando, con ritmo desigual, a lo largo de los diez capítulos. La principal trama es la investigación del asesinato del indigente, un caso que lleva a Harry y a su compañero Jerry Edgar (este año Jamie Hector ha estado estupendo) a seguir los pasos de un grupo de ex-soldados que ahora trabajan como contratistas militares privados. Por otro lado, Harry y la fiscal Anita preparan para los tribunales el caso de un director de cine acusado de matar a una chica. Mientras todo esto sucede, Harry presencia el asesinato de Gunn, un despojo humano al que acechaba desde hace años. Siguiendo su propio código de valores, Harry guarda silencio sobre lo que sabe del asesinato pero todo cambia cuando se convierte en el principal sospechoso de la investigación. Y para colmo de males, un asesino impredecible mata a varias personas en la zona de Koreatown.
A mayores vemos como progresa la relación de Harry con su hija Maddie (Madison Lintz) ahora que viven juntos; también seguimos al jefe Irving (Lance Reddick) en sus intentos por habituarse a su nueva situación personal y conoceremos los contratiempos que impiden a la teniente Grace Billets (Amy Aquino) medrar profesionalmente. No todas estas tramas se resolverán este año lo que revela un plan argumental de largo recorrido que seguirá desarrollándose en la cuarta temporada.
Me alegro de que la serie siga apostando por dar más cancha a los policías de homicidios de Hollywood, algo que ya sucedía en la segunda temporada y que le sentó muy bien a la serie en aquel momento. Es bueno no sólo para la serie sino también para el espectador ver cómo trabaja esta particular familia de policía, ver cómo se relacionan dentro y fuera del trabajo y conocer a Robertson, otro perro viejo, que se encarga de la investigación de Gunn. Estos secundarios no son meras comparsas ni clichés del género, son personajes con buenas historias, bien escritos y bien interpretados, repletos de pequeños matices y singularidades que los dotan de vida y carácter. Bosch no es una buena serie sólo por tener un gran protagonista sino también por que el resto del reparto está a la altura de unos buenos personajes con buenas historias.
Será interesante comprobar como las líneas argumentales abiertas este año ( el regreso de la exmujer de Bosch trabajando para el FBI, el asesino de Koreatown y el asesinato de la madre de Harry) van acercándose al cierre definitivo en la cuarta temporada y el impacto que estas investigaciones tienen no sólo sobre Harry sino también sobre unos secundarios cada vez más interesantes y tridimensionales.
Un hombre miserable
Harry Bosch es un policía con su propio código moral, un policía que lo ha visto todo y que busca e imparte justicia en una ciudad brutal y amoral. El mundo de Bosch es un lienzo de Hopper repleto de desolación. Bello y cruel.
Esta temporada ha sido muy interesante ver la deriva emocional del personaje, tras resolver el asesinato de su madre en la segunda temporada esperaríamos ver a un Harry más calmado, más feliz. Sin embargo, el rudo policía se vuelve más sombrío, se encierra en si mismo. Lo cierto es que está enfadado, decepcionado y frustrado porque no pudo enfrentarse al asesino de su madre al estar este ya muerto y porque descubrió que el departamento de policía encubrió el asesinato. Su cambio de actitud, su carácter taciturno y virulento no pasa inadvertido ni para su compañero Jerry Edgar (Jamie Hector) ni para su teniente -y amiga- Grace Billets (Amy Aquino). Tal y como le dice Billets resolver el caso de su madre “te ha hecho más miserable”.
No ayuda a mejorar su humor el asesinato de un joven que era su testigo en el caso del indigente, entre los capítulos cuarto y quinto hay dos escenas en la que vemos como la muerte – la visita a la escena del crimen y a la morgue- impacta en el viejo detective. Pese a todos sus años en el cuerpo, pese a su paso por la guerra, aún sigue afectándole la muerte y más cuando, como en este caso, se culpa a si mismo.
Igualmente interesante es comprobar que el tiempo y el trabajo hacen mella en Bosch y en su credibilidad. En los juzgados ya no es bien recibido como testigo porque su historial tienen demasiadas sombras. Tanto tiempo en las calles jugando al límite de la ley han convertido a Bosch en potencial culpable de un asesinato. Incluso Edgar y Billets temen que sea el asesino de Gunn dada su obsesión por el cumplimiento de la justicia (en toda la dimensión de la palabra). Es duro ver como la confianza entre Harry y Edgar se rompe y triste comprobar que Bosch, en el fondo, cree que hizo lo correcto al dejar morir a Gunn. ¿Será el fin de esta amistad? ¿Volverán a investigar juntos? Edgar se horroriza al saber que Bosch no hizo nada por evitar la muerte de Gunn y pese a lo mucho que admira a su compañero no sabe si podrá volver a confiar en él.
Welliver sigue magnífico en la piel de Harry Bosch, un personaje complejo que borda, transmitiendo toda la fuerza, emoción y poderío de un hombre que desde una espectacular terraza en las colinas vigila la ciudad angelina; es una lástima que su trabajo no se vea recompensado, ya no digo con un premio, pero al menos con una nominación.
martes, 25 de abril de 2017
Bellevue, el whodunit canadiense
El único motivo que me impulsó a ver Bellevue, drama de CBC, fue la presencia de Anna Paquin en el reparto, quería saber que estaba haciendo Sookie Stackhouse en un whodunit canadiense de corte similar a los procedimentales nórdicos. La sorpresa fue mayúscula, Belleveu es un drama potente plagado de caras conocidas que ofrecen unas actuaciones sólidas y creíbles; una serie con carácter capaz de crear una atmósfera envolvente y malsana que se instala en los huesos como el frío que atenaza las vidas de los habitantes del pueblo en el que se desenvuelve la historia.
En la pequeña comunidad de Bellevue, donde todo el mundo se conoce, dos acontecimientos marcan el carácter del pueblo: el asesinato, quince años atrás, de la joven Sandy y la desaparición, en la actualidad, de Jesse, la estrella del equipo de hockey local. La investigación del presente está ligada al antiguo asesinato, una muerte que nunca se resolvió y que llevó al investigador al suicidio.
La realidad opresiva de Bellevue, una ciudad minera moribunda, conecta tanto con Twin Peaks como con el Seattle lluvioso de The Killing. Se respira inquietud y miedo en las calles, algo no funciona correctamente en el lugar pero no hablamos de algo sobrenatural sino de algo más cercano y terrenal: miserias humanas, fracasos, mentiras, apariencias. En Bellevue religión, venganza, muerte, hockey y sexo se dan la mano para conformar un misterio que hunde sus raíces en el pasado y que pone en tela de juicio la aparentemente idílica convivencia de sus ciudadanos.
La detective Annie Ryder (Anna Paquin) será la encargada del caso de Jesse. Annie es expresiva, visceral e intuitiva, una buena policía pero un desastre como ser humano. Su vida es caótica, desordenada y frenética, sus pulsiones la llevan a tomar siempre decisiones erróneas y a actuar impulsivamente. Por eso la relación con el padre de su hija es un continuo toma y daca de desenfreno y sufrimiento. El padre de Annie fue el policía responsable de la investigación del asesinato de Sandy pero acabó suicidándose. Sin embargo, poco después de su muerte, la pequeña Annie recibía misteriosas notas con adivinanzas que la llevaron al borde de la locura pues creía que se trataba de su padre comunicándose con ella desde el más allá. Aquella experiencia la afectó profundamente y nunca pudo superarla. Con la desaparición de Jesse regresan las notas y las adivinanzas.
Paquin, buena actriz aunque a muchos les cueste reconocerlo, brilla en la piel de esta detective inteligente y caótica. Su interpretación es feroz y vibrante, sin caer nunca en el histrionismo o la exageración es capaz de componer un personaje complejo y atribulado por el fantasma de un padre suicida y un misterioso acosador. Sin embargo, su determinación no desfallece ni un momento y, aunque veamos tanto lo bueno (su faceta de madre) como lo malo (sus celos), acabaremos sintiendo la misma necesidad que ella por conocer la verdad sobre el asesinato de Sandy y la desaparición de Jesse.
El resto del reparto se completa con Shawn Doyle que lo borda como el impertérrito Peter Welland, jefe de Annie. Su relación es complicada e intensa, demasiadas emociones y mucho pasado. Allen Leech es Eddie, pareja de Annie con la que mantiene una turbulenta relación que lo consume todo a su alrededor.
Los personajes transmiten ansiedad, desesperación, tristeza, incomprensión... y es que este drama no sólo se centra en resolver el misterio sino en cómo afecta la investigación a Annie y sus allegados; y en cómo los traumas de la infancia se manifiestan en la edad adulta.
Este drama policial perturbador y visualmente sombrío, puede resultar un poco frustrante para aquellos espectadores que busquen un enfoque más realista de la investigación criminal. Aún así, podemos hacer ciertas concesiones a la trama porque, en la constante anomalía en la que vive Annie, tiene sentido y resulta extrañamente fascinante seguir la extraña senda por la que optan los responsables de la serie.
Los ocho capítulos que componen la primera temporada de Bellevue se cierran con un capítulo en el que se desentraña la verdad y el misterio es revelado por lo que, si la serie no renueva para una segunda temporada, nos quedaremos con ese final casi perfecto que es You Don't Understand Me at All .
lunes, 24 de abril de 2017
La herencia recibida
Durante siete temporadas seguimos las andanzas de Santa Alicia con interés creciente, analizando y juzgando todas y cada una de sus decisiones, de sus peinados, de sus vestidos, de sus alianzas y traiciones (la de Cary fue una cabronada de las grandes). The Good Wife era, es y será, una serie elegante, de claroscuros morales y despachos luminosos, de estilo y actualidad, de ingenio y entretenimiento. Su spin off, The Good Fight contó con nuestro beneplácito desde la misma presentación del concepto. ¿Cómo no desear una serie hecha para y por Diane Lockhart? DIANE LOCKHART! La mujer con la mejor risa de Chicago, la abogada exitosa y empoderada que apoyaba a Hillary pero se casó, por amor, con un republicano. La mujer que abofeteó a Alicia cerrando un círculo virtuoso de 156 episodios ¿Cómo negarnos a disfrutar de una serie con Lucca Quinn? LUCCA QUINN! La compañera de fatigas de Alicia en la última temporada de The Good Wife y uno de los pocos aciertos de un fin de ciclo lastrado por el agotamiento de los seguidores y la deriva moral de su protagonista.
The Good Wife pervive en The Good Fight pero no de forma concentrada sino diluida entre conversaciones donde, de pasada, se menciona a la Florrick; en la presencia de jueces, fiscales y abogados cuyas estrategias conocemos de sobra; en la sonrisa pícara de Marissa, digna hija de su padre y personaje revelación de esta breve pero entretenidísima primera temporada; en el buscador de Chumhum y la mirada siniestra y lasciva de Colin Sweeney.
Sabemos donde estamos, en Reddick, Boseman, & Kolstad, y sabemos de donde venimos, de Lockhart & Gardner. Aunque ahora las vistas han cambiado y nos falte una Kalinda misteriosa con bate y pintalabios, se mantiene la clase, el estilo, la querencia por los giros legales y la actualidad mediática y política. La herencia recibida no es, en esta serie, una pesada carga sino una carta de recomendación firmada por el matrimonio King. Todo parece igual pero no es así, cambian las circunstancias. Todo comienza con un escándalo financiero. Vidas vuelan en pedazos. Trump gana las elecciones. Diane ya no es esa mujer influyente y poderosa con un despacho con vistas, se ha convertido en un paria social a la que nadie quiere dar trabajo por recomendar el fondo de inversiones de un viejo amigo que resultó ser un nuevo Bernie Maddoff.
The Good Fight es una serie con nuevos rostros y viejos conocidos. Entre las nuevas caras tenemos a Rose Leslie como Maia, la hija del responsable del fondo de inversiones; a Justin Bartha en las filas de los fiscales; a Paul Guilfoyle dando vida al padre de Maia, a Delroy Lindo como el único abogado que contrata a Diane y a Bernadette Peters como la madre de Maia.
El desfile de antiguos invitados de The Good Wife no se hizo esperar, desde Mike Kresteva a Colin Sweeney pasando por Elsbeth Tascioni y el juez Abernathy, hay muchas caras conocidas en este spin off. Seguimos en la misma ciudad jugando al mismo juego, así que es imposible no encontrarse con alguien del pasado. Cada nueva visita es una sonrisa asegurada en el rostro del espectador y estamos deseando que Diane, Lucca o Maia se crucen con alguno de aquellos entrañables y esperpénticos secundarios que tanto animaron el circo legal de Chicago. Como su serie madre, The Good Fight se rueda en Nueva York, así que también tenemos asegurado un desfile de actores y actrices de Broadway.
Los King son fieles a su estilo, un estilo que adoramos y en el que se desenvuelven muy bien. Y de nuevo nos regalan un elegante procedimental protagonizado por mujeres. Mujeres diferentes en edad, orientación sexual, situación personal. Mujeres independientes y diversas que se apropian de la historia y la narrativa para demostrar que no están dispuestas a ceder ante nada ni ante nadie. Mujeres con voz y voto, con fuerza y debilidades, con sueños y rabia. Mujeres osadas, audaces, atrevidas, inteligentes. Mujeres que merecían un espacio y una voz en la pequeña pantalla.
Cierto que The Good Fight bebe de The Good Wife pero tiene la suficiente personalidad y coraje como para destacar por méritos propios. Y ni Diane ni Lucca ni Maia son Alicia, ni sus circunstancias, aspiraciones y necesidades son las mismas que las de aquella 'buena esposa'; un ejemplo, ninguna de las protagonistas es madre mientras que muchas de las decisiones de la señora Florrick estaban condicionadas por el impacto de las mismas en sus hijos.
Es igual pero diferente, The Good Fight recuerda a su serie madre por temática, por estilo y por su uso del humor y la música. En conjunto, la serie es la hija necesaria y deseada de The Good Wife pero sabe marcar las distancias, trazar su propio camino. Tenemos que alegrarnos porque de una serie agotada ha nacido una obra que tiene mucho que aportar y que decir.
viernes, 14 de abril de 2017
La honorable Phryne Fisher
Solo me queda una temporada de Miss Fisher’s Murder Mysteries. Eso es sinónimo de tristeza. La serie australiana que cuenta las aventuras de la honorable (este detalle siempre me ha encantado) Phryne Fisher es una de esas pequeñas sorpresas que se ocultan en el cada vez más abultado catalogo de Netflix.
La historia nos sitúa en el Melbourne de los años 20 y nos introduce en el primer capítulo a la señorita Phryne (Essie Davis) una mujer rica, sofisticada y aventurera que regresa al país tras varios años en el extranjero. Pronto se instala en la ciudad, contrata a una asistente, Dorothy Williams, y comienza a investigar un asesinato. ¿Un asesinato? Sí, y es que Phryne es una aguda y observadora detective que puntualmente colabora con el inspector Jack Robinson (Nathan Page), pese a las reticencias iniciales del policía.
Este procedimental llegado de las antípodas entronca con la tradición de series como Se ha escrito un crimen o Miss Marple pero se distancia de ellas gracias a una protagonista subversiva y el tratamiento de temas y problemáticas sociales complejas -y muy actuales- equilibrando drama y humor.
La serie está basada en las novelas de Kerry Greenwood y tras tres temporadas, dos de trece capítulos y una tercera de ocho, se habla de la posibilidad de una película que espero que llegue a materializarse. Reconozco que hay un salto de calidad importante entre la primera y la segunda entrega, más que nada porque los guionistas (en su inmensa mayoría mujeres) trabajan mucho mejor las relaciones entre los personajes y en especial el toma y daca entre Phryne y Jack.
Miss Fisher’s Murder Mysteries tiene una factura casi perfecta, es imposible no trasladarse a aquella época feliz y despreocupada gracias a la ambientación, los decorados, la música y el espectacular vestuario. Phryne luce durante la serie espectaculares vestidos siempre con llamativos accesorios, que la convierten en el centro de todas las miradas. El vestuario de la señorita Fisher es un reflejo de su personalidad, elegante y sorprendente, extravagante e impredecible. El resto del reparto también puede definirse a través de sus vestimenta: Dorothy es recatada y tímida, no quiere destacar. Jack viste traje, siempre perfecto, siempre pulcro y a Hugh, el ayudante de Jack, pocas veces le veremos sin su uniforme de oficial.
Como buen procedimental cada crimen se resuelve en su respectivo episodio y la continuidad de la serie se basa en las relaciones entre los protagonistas principales y la TSNR entre Phryne y Jack y el romance más clásico de Dorothy y Hugh.
La honorable Miss Fisher
Phryne es un personaje fascinante y seductor, una mujer muy avanzada para su época que goza de mucha libertad y mucho capital. Gracias a eso puede dedicarse a sus pasiones y hacer, básicamente, lo que le plazca para desconcierto de Dorothy y el inspector Robinson. Sin embargo, su espíritu libre, su pasión, su vitalidad e inteligencia acaban sirviendo de revulsivo para que sus más allegados sean capaces de ver más allá, de abrirse al mundo y verlo con otros ojos. Phryne predica con el ejemplo, empatía y comprensión.
Pero Phryne no siempre fue una mujer rica y acomodada, su infancia fue pobre hasta que su familia acabó heredando un título nobiliario en virtud de una ley de sucesión británica. En su juventud, sus padres la mandan a Europa a un internado pero cuando estalla la Gran Guerra decide ir a Francia para ayudar como enfermera en el frente. Tras la guerra y con una pensión vitalicia en el bolsillo, Phryne se queda viviendo la postguerra y el inicio de los años 20 en París. Años más tarde se traslada a Melbourne para visitar a su tía Prudence y es aquí donde comienza la serie.
Es refrescante encontrar una serie con una protagonista tan vibrante, descarada y autosuficiente. Phryne es una mujer audaz para su tiempo, y para el nuestro, que conduce un Hispano Suiza, habla varios idiomas, siempre va armada y sabe pilotar un avión. Tiene una hija adoptiva, Jane, a la que acogió al poco de llegar a Melbourne y vive con la preocupación de no ser un buen modelo a seguir para ella.
El carisma de Phryne, su feminismo militante, sus diálogos cargados de intención, su carácter y hasta su fortaleza física la convierten en un personaje deslumbrante que acapara toda la atención. Aún así, el resto de personajes no acaban ignorados o desdibujados por el empuje de la señorita Fisher sino que se van construyendo lentamente a lo largo de los capítulos, convirtiéndose en seres más complejos y menos planos de lo que podríamos imaginar en un principio.
La relación entre Phryne y Jack evoluciona mucho en la segunda temporada y ese uno de los motivos por los que la serie mejora sustancialmente en su segundo año. Jack (Nathan Page) es un hombre íntegro y capaz, también es noble e inteligente. Estuvo en la Gran Guerra, experiencia que le hizo cambiar provocando el derrumbe de su matrimonio y posterior divorcio. Essie Davis y Nathan Page no sólo interpretan a la perfección sus personajes sino que también tienen una química que traspasa la pantalla. Los enfrentamientos dialécticos entre ellos son muy divertidos de ver, funcionan perfectamente y aligeran algo la tensión cuando la serie se pone demasiado dramático y oscura.
Hay muchos motivos para darle una oportunidad a esta producción australiana: feminismo, protagonista carismática, misterio, humor y puesta en escena. Seguro que os engancha.
lunes, 27 de marzo de 2017
Cuando los secundarios toman el control
Hace unas semanas volví a revisionar House M.D pero lo hice empezando por la sexta temporada, que por cierto tiene un gran arranque porque traslada a su protagonista a un espacio totalmente nuevo en el que lejos de todo lo que conoce y controla Gregory intenta solucionar sus problemas, que son muchos y muy variados.
La sexta temporada de House es una buena temporada y me gusta especialmente por los capítulos Wilson y 5 to 9, episodios centrados en dos secundarios de la serie: James Wilson y Lisa Cuddy. En Wilson, por ejemplo, vemos como el oncólogo del Princenton Plainsboro tiene muy buena relación con el personal de enfermería, somos testigos de las reuniones de control a las que asiste y de sus visitas a los pacientes. Wilson es un médico capaz que se preocupa por sus pacientes hasta el punto de dejarse un poco de sí mismo en cada caso. En 5 to 9 seguimos los pasos de Lisa Cuddy desde que se despierta hasta que vuelve a casa. Su día a día es particularmente ajetreado: yoga, ducha, ocuparse del bebé, prepararse para el trabajo, lidiar con House y dirigir un hospital con mil y un problemas que solo ella parece ser quien de gestionar. Cuddy tiene dudas, momentos de debilidad pero la vemos ser una gestora decidida, justa, analítica y precisa. Y luego llega a casa con su pequeña y descansa.
Me gusta cuando una serie decide alejarse del esquema habitual y centrar su mirada en uno de sus secundarios. Estos capítulos dan un respiro al espectador y a las tramas principales de la serie y, al alejarnos del protagonista, nos dan la oportunidad de ver esa realidad a través de otros ojos. Cuando los secundarios toman el control de un capítulo llegamos a conocerlos mucho mejor y, en series como House M.D con un protagonista tan carismático y arrollador, es bueno desviar el foco y dejar que los demás personajes tengan ocasión de brillar. Estos capítulos también permiten explorar nuevas fórmulas narrativas y amplían el universo en el que se desenvuelve el espectáculo al explorar otros espacios, otras dinámicas, otras relaciones... El personal de enfermería de House M.D sale más en estos dos capítulos que en toda la serie.
Hay muchos capítulos centrados en secundarios que me gustan y que, además, se han convertido por derecho propio en referentes dentro del universo seriéfilo. Veamos algunos ejemplos, empezando por el más clásico.
The Zeppo es el prototipo de capítulo centrado en un secundario, en este caso Xander de Buffy The Vampire Slayer. Mientras Buffy y el resto del equipo intentan evitar algún apocalipsis, Xander pasa la noche más alocada de su vida: pierde su virginidad con Faith, se enfrenta a un grupo particularmente violento y evita que vuelen el instituto. Xander se convierte en el protagonista de un capítulo muy divertido que se desmarca de la dinámica habitual de la serie y que aprovecha para tomarse un poco a la ligera los finales del mundo a los que se enfrenta la cazadora. Además, descubrimos al Xander más valiente y comprendemos mejor por qué actúa como lo hace al sentirse el menos útil y valorado de la scooby-gang.
Esta fórmula se repite en A New Man, un episodio centrado en Giles, y en Superstar, el capítulo de Jonathan. Hay más ejemplos en Buffy pero también encontramos ejemplos en su spin off, Angel, como Life of the Party episodio centrado en Lorne o el Harm's Way dedicado a esa chorlito maravillosa que era Harmony,
En The X-Files se hizo varias veces, el director adjunto Skinner tuvo su capítulo (Zero Sum) y el trío de los The Lone Gunmen se convirtió en el centro de varios episodios como Unusual Suspects o Three of a Kind. Sin embargo mi favorito es el que nos cuenta la historia del gran antagonista de la serie, el Fumador (Musings of a Cigarette-Smoking Man). Este personaje es la figura más importante de la gran conspiración gubernamental, un hombre misterioso y aterrador con una vida tan sorprendente como miserable. Gracias a varios flashbacks conocemos como llegó a ser el hombre que es, que actos y decisiones le convirtieron en esa siniestra figura que parece controlarlo todo pero también descubrimos su carrera frustrada como escritor de novelas de misterio. El final con esa frase a media voz "I can kill you whenever I please, but not today", te deja helada.
La última temporada de You’re the Worst nos regaló, porque ese capítulo es un regalo para los seguidores, un episodio centrado en Edgar. La historia es contada desde su punto de vista y siguiendo sus pasos por la ciudad de Los Ángeles. Gracias a Twenty-Two comprendemos mejor los demonios que acechan a Edgar desde su regreso de la guerra.
En su tercera temporada, Agents of SHIELD sorprendió a todos con 4.772 Hours, un capítulo centrado en Simmons y en los cuatro meses que pasó atrapada en un planeta alienígena. Fuera de su entorno habitual y separada, tal vez para siempre, de sus amigos, Simmons tiene que sobrevivir por sus propios medios en un ambiente particularmente hostil. Gracias a este capítulo, en el que durante la mayor parte del tiempo solo aparece ella, descubrimos la auténtica fuerza y carácter de la joven científica.
Scrubs dedicó capítulos a prácticamente todos sus personajes secundarios:
His Story estaba narrado desde el punto de vista del doctor Cox. His Story II estaba narrado por Turk. Her Story desde la perspectiva de Elliot y Her Story II desde la de Carla. En His Story IV conocíamos el punto de vista del Doctor Kelso mientras que el capítulo Their Story ponía el foco en las andanzas de Ted, Todd y Jordan, personajes secundarios de las historias del Sacred Heart. Para finalizar tenemos Their Story II narrado desde la perspectiva de los nuevos internos del hospital. De todos ellos me quedo con His Story IV, el que se centra en el doctor Kelso, en la relación que establece con un paciente que ha perdido la memoria debido a una herida de guerra y en su particular estilo de mando como jefe de medicina del hospital.
Avatar tiene un maravilloso capítulo centrado en Apa (Appa's Lost Days), el bisonte volador de Aang. Durante todo el episodio acompañamos a Apa en un viaje lleno de penurias: es secuestrado y vendido, maltratado en un circo, sufre el ataque de un feroz animal... hasta que finalmente encuentra a Aang. El que la serie dedicase todo un capítulo a Apa demuestra el cariño y la sensibilidad con la que trataban a todos su personajes.
domingo, 26 de marzo de 2017
12 años de Rose
Rose supuso el regreso de Doctor Who a la pequeña pantalla después de un largo paréntesis sin contar la película de 1996 con Paul McGann. Puede que no sea el mejor capítulo de Doctor Who y puede que no sea la mejor carta de presentación, conozco gente que no terminó el episodio porque no lograron entrar en el universo que proponía Russell T. Davies. Pobrecillos.
El capítulo invierte los primero minutos en presentar a una joven londinense. La vemos en su dormitorio, en su casa y sabemos que vive con su madre, que trabaja en una tienda y que tiene pareja. Es una chica normal a la que, por casualidad, le sucede algo extraordinario. Un día cualquiera, estando en el sótano de la tienda buscando a un compañero de trabajo, los maniquíes cobran vida y lo que en principio le parece una broma resulta ser algo mucho más peligroso. Entonces un hombre aparece y le dice: ¡Corre!. La vida de Rose Tyler, que así se llama esta chica, cambia para siempre.
Lo que Russell T. Davies inició aquel 26 de marzo de 2005 fue algo imparable, rescató una serie clásica, la revitalizó, la convirtió (de nuevo) en un referente de la ciencia ficción (del drama también), eligió a dos grandes actores para encarnar a Nueve (Eccleston) y Diez (Tennant), creó tres grandes companions, cada una de ellas con personalidad, con fuerza, con carisma y con entidad propia más allá de la alargada sombra del Doctor. Rose introduce a Rose Tyler (Billie Piper), luego vendrían Martha Jones y Donna Noble. Reconozco que la era Davies es mi favorita, lo que vino después no estuvo mal pero nunca llegó a la altura de las temporadas con este hombre como cabeza pensante.
Esta nueva etapa tenía la difícil tarea de ganarse a un público acostumbrado a grandes producciones con espectaculares efectos especiales y que desconocía el legado de Doctor Who, por eso Rose es un capítulo que, aún introduciendo guiños y referencias a la mitología de la serie, sirve como preámbulo para un nuevo comienzo que introduce a las nuevas generaciones en el universo de Doctor Who. Rose logra que tengamos ganas de viajar al futuro para ver el final de la Tierra tras luchar con un puñado de maniquíes en el Londres actual. Es un episodio para reunir y conciliar las expectativas de los nuevos espectadores con las de los viejos seguidores.
El título hace referencia a la nueva companion del Doctor, ella es un trasunto del espectador que se maravilla con el peligro, los misterios y las posibilidades de recorrer el tiempo y el espacio junto al Señor del Tiempo. De la mano de este personaje nos introducimos de lleno en una nueva época de la serie en la que Doctor Who crece, se muestra con orgullo como un producto inteligente, elegante, bien hecho y mejor interpretado. La mezcla de géneros la convierte en una pieza dinámica y sorprendente que pasa de la comedia al drama combinando la acción, el terror y las disquisiciones filosóficas. Hay una melancolía que lo impregna todo y que funciona elevando el espectáculo por encima de la media, hay muertes y dolor, hay un Doctor alegre y uno triste. Hay equilibrio y desolación y una nave que es más grande por dentro que por fuera.
La revitalización de la serie y su éxito es directamente proporcional a la química y el buen trabajo de Christopher Eccleston y Billie Piper, el Doctor y Rose Tyler. Eccleston está sencillamente genial, sin él no se entendería el éxito de la nueva era de Doctor Who y hay que darle más crédito a su trabajo. Su personaje es un excéntrico y alocado Señor del Tiempo, hay algo de ligero y de payaso en su forma de moverse, de hablar, de enfrentarse a los problemas pero debajo de esa sonrisa chispeante y esa chupa de cuero se esconde la rabia, la ira y la tristeza del último de los Señores del Tiempo. Aún lamento que no apareciese en el episodio del cincuenta aniversario de la serie.
Y Billie Piper, la primera companion de la nueva era, Rose Tyler, es un soplo de aire fresco. No es mi companion favorita (Donna Noble es la mejor) pero fue la primera y eso la convierte en el espejo en el que se miran todas las demás. Me encanta cuando el Doctor la salva en el sótano de la tienda. El “Nice to meet you Rose, run for your life” forma parte de la historia televisiva.
El capítulo termina con el Doctor ofreciéndole a Rose un paseo en la TARDIS. ¿Quién no aceptaría? ¿Quién no correría sonriente hacia la nave? Hace doce años de ese encuentro y desde entonces la serie nos ha dado tanto que merece la pena echarle un vistazo a aquel primer encuentro y recordar por qué nos decidimos a viajar con ellos.
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